martes, 29 de diciembre de 2009

Carta, no convencional, a mi hijo

Eran poco más de las nueve de la noche cuando una enfermera te puso por primera vez en mis brazos. Aquel día, 4 de marzo de 1994, las abuelas, mamá y yo habíamos llegado al hospital a las seis de la mañana. Mamá tuvo un largo y cansado trabajo de parto que terminó en una cesárea. La toalla que te envolvía cuando te cargué por primera vez era tibia y suave, aun puedo sentirla como si fuera ayer. Mi corazón latía a gran velocidad y estaba un poco mareado. Por un lado te observaba con fascinación y por otro estaba muy asustado porque mamá gritaba de dolor. La escena fue una mezcla de preocupación, de fascinación y cierta extrañeza de experimentar la paternidad encarnada en tu persona. Y también de un terrible cansancio tras quince horas de espera, desvelado y, prácticamente, sin probar bocado. No se suponía que fuese así el momento de cargar por primera vez a mi primogénito. Vamos, se supone que un momento así es sólo alegría y llanto por la emoción que embarga a los padres. Pero la vida no siempre es como en las películas. La verdad es que yo estaba más asustado que otra cosa porque mamá no dejaba de gritar.
Las enfermeras te cargaron y me pidieron que saliera de la sala donde habías nacido, mientras un grupo de doctores y enfermeras rodeaban a mamá. Yo me fui con esa mezcla de preocupación y gozo a quitarme la indumentaria de médico y a avisar a las abuelas Ale y Coca, y también a Marcelo y a Vicky, un par de ángeles argentinos que nos acompañaron en nuestra aventura texana, que ya habías nacido, que pesabas más de cuatro kilos y que todo estaba bien. Yo no sabía si en realidad todo estaba bien. Pero en pocos minutos me confirmaron que lo estaba. El doctor me informó que tú y mamá estaban sanos y salvos.
Las abuelas y yo vimos, a través de un cristal, cuando te bañaron y vistieron por primera vez. Tu primera vestimenta incluía un pequeño gorro como de esquiador. Me hicieron pasar a la sala de cunas y una enfermera te puso otra vez en mis brazos. Fue entonces que fui a presentarte a mamá, que ya estaba más tranquila, aunque muy pálida y cansada. Mamá te dio un beso y, no recuerdo bien, creo que hizo algún comentario sobre tu nariz. Debe haber sido el efecto de la anestesia porque tu nariz, a diferencia de la mía, es muy linda, es casi tan linda como la de mamá.
En aquellos días en que tú naciste yo era un estudiante becado y mamá trabajaba en la universidad para ayudar con los gastos de la casa. Cuando cumpliste un mes de nacido, mamá se iba a trabajar por las mañanas y yo me quedaba encargado de cuidarte. Te preparaba y te daba la mamila, te cambiaba de pañal, te entretenía, te arrullaba, y a veces incluso conseguía que durmieras. Fuiste un bebé que nunca le encontró mucho gusto al sueño, lo tuyo era la vigilia. Yo hacía todo esto contigo y lo disfrutaba al máximo, todo ello mientras intentaba estudiar. Después llegaba mamá del trabajo y yo salía volando a mis clases, en las cuales intentaba concentrarme al máximo pero en las que nunca dejaba de extrañar tu presencia, de percibir tu olor, ese olor particular que tienen los bebés.
Fue con el cuidado de esa personita, en el día a día, por el que quedé enamorado de tí de por vida. A los pocos días de que tú naciste, aquella mezcla de sentimientos en la sala de operaciones, que podría resumir en la palabra confusión, había desaparecido por completo y ya era un padre sobre-protector y amoroso. A pesar de ser padre bastante inmaduro, relativamente joven, 28 años, de ser un estudiante de tiempo completo y de que el dinero escaseaba, la experiencia de la paternidad trajo un giro a mi vida, me convertiste en una mejor persona. Como dice Borges, el amor me ha permitido verte en todos estos años tal y como nos ve la divinidad. Pero me propuse, como lo sugiere el título, no escribir una carta con lugares comunes y obviedades. Decirte cuánto te quiero resulta una obviedad, así que permíteme enderezar el rumbo.
Quiero decirte que ser papá de alguien como tú, además de ser un honor, no resulta tan complicado. Eres inteligente, educado, respetuoso y naturalmente bueno; bueno de la palabra bonhomía. Cuando te graduaste de sexto de primaria varios papás se acercaron a mí para preguntarme si yo era tu papá y todos ellos me felicitaron. Todos me dijeron que eras una gran persona y que tenía en ti a un hijo ejemplar. Yo no se los dije, pero ya lo sabía, siempre lo he sabido. No por ello me sentí menos orgulloso, salí caminando de aquel salón sintiéndome un gigante.
Tengo que terminar esta breve carta como un digno padre, es decir, poniéndome aburrido y haciendo recomendaciones. A los seres humanos nos cuesta trabajo encontrar el rumbo y el sentido a la vida. Hacemos cosas que se supone que nos harán felices como acumular dinero y placeres y terminamos tomando antidepresivos. No hemos aprendido mucho a lo largo de los siglos. Pero hay esperanza para cualquiera que decida abrir un poco los ojos. Y esa esperanza en el conocimiento en general, pero especialmente en el conocimiento de uno mismo. A pesar de ser tan tercos, los seres humanos hemos creado algunas herramientas mágicas; entre éstas están la música y la literatura. Y, específicamente hablando de la literatura, en los libros podrás encontrar no sólo amigos incondicionales, sino la respuesta a muchas de las preguntas importantes de la vida. Libros como “La conquista de la felicidad” de Bertrand Russell, “Ética para Amador” de Fernando Savater, los ensayos de Michel de Montaigne o el monumental Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, son sólo un ejemplo de libros a los que hay que acudir constantemente para no perder el rumbo.
Sigue creciendo en todo sentido, dedícate en cuerpo y alma a hacer lo que más te gusta, vuélvete un experto en ello y conviértelo en una profesión. Si por el camino necesitas un consejo o simplemente platicar con un amigo, ya sabes que yo siempre caminaré a tu lado, discreto, intentando no estorbar demasiado.
No hace falta terminar esta carta con un “besos y abrazos” porque esos te los doy en persona cada vez que puedo. Y lo seguiré haciendo aunque te incomode un poco, lo siento, no puedo evitarlo. Además, tiene que ser en persona porque los besos y abrazos no se pueden imprimir en papel.

martes, 15 de diciembre de 2009

Equipajes

El grado de estupidez de la gente se mide por el volumen del equipaje con el que viaja. Esta afirmación no es de mi autoría. La leí hace algunos meses y no recuerdo a su autor (probablemente Fadanelli). Afortunadamente, no necesito ser autor de la frase para constatar su veracidad en mis frecuentes viajes; esto es particularmente notorio en épocas vacacionales y en la que nuestros “paisanos” regresan a casa desde los Estados Unidos (de América). A riesgo de ser catalogado, una vez más, como racista y políticamente incorrecto, doy fe de que la frase en cuestión es asombrosamente certera.
Hablando de lo mismo, pero no exactamente de lo mismo, me es muy frecuente constatar la siguiente experiencia: los pasajeros nos formamos para abordar el autobús después de documentar nuestra pocas o muchas maletas. Una dama discute con el personal de la línea de transporte porque no quiere documentar su maleta. La dama considera que su equipaje es suficientemente pequeño para llevarlo con ella, dentro del autobús. La dama, por supuesto, se sale con la suya. Una vez a bordo del autobús sucede lo siguiente:
1. La dama, de 1.50 metros de estatura, intenta levantar su maleta para colocarla en los compartimentos superiores del autobús
2. La dama, hernia de por medio, no logra levantar su pequeña pero pesada maleta. Sobra decir que aunque pudiera levantar la maleta, dada su estatura jamás alcanzaría los compartimentos superiores.
3. La dama busca, con cara suplicante, que algún cristiano le ayude con su tarea.
3.1 (Aquí entre nos, yo me hago más pendejo que Juanito, ex patiño del peje y ahora del caballo Rojas. Y lo hago porque ya me sé la historia y estoy harto de ver el mismo desenlace). 4. Algún “caballero” se apresta a ayudar a la dama sólo para comprobar que la maleta no cabe en los compartimentos superiores del autobús, que, como todo el mundo sabe, son más pequeños que los de un avión.
5. La dama baja del autobús para documentar su maleta justo cuando el autobús ya se apresta a partir.
6. La salida se retrasa para arreglar el desmadre que la dama ha causado. Todos los pasajeros salimos afectados por una afectada.
¿Pero qué pinche necesidad? Habrá que decir, entonces, que la estupidez de la gente se mide por el volumen del equipaje con el que viaja y por el grado de desconocimiento que manifiesta respecto de las leyes más básicas de la física.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Todos somos Pacheco(s)

Cuando se deambula por el desierto y no es posible crear, al menos es preciso divulgar. Este año José Emilio Pacheco cumple 70 años de vida, 65 años de lector, 50 años de escritor y 47 años de poeta. Para mayor gloria del Premio Cervantes, devaluado últimamente, José Emilio ha ganado el premio este año. En estos días es común encontrar textos sobre Pacheco en los diarios. Mi texto favorito se puede leer aquí. El autor es Jorge F. Hernández, quien es creador, entre otros trabajos, de la novela "Réquiem para un Ángel".

lunes, 7 de diciembre de 2009

Derecho de réplica

Hace uno días, el cardenal Lozano dejó muy claro que los homosexuales no entrarán al reino de los cielos. Luis González de Alba escribe al respecto en Milenio. Vamos, yo soy un convencido de que en todo debate se debe escuchar (en este caso leer) a todas las partes. La opinión de González de Alba se puede leer aquí.

viernes, 30 de octubre de 2009

La ciudad de los palacios

Hoy es uno de esos días en que esta ciudad huele a mierda. No, no es una metáfora de tinte escatológico; literalmente la ciudad tiene un hedor a mierda. Me encantaría escribir sobre temas más poéticos, pero es difícil con este olor que penetra casas y edificios. Lo encantador de este asunto es que lo habitantes de la ciudad lo comentan como algo anecdótico, como decir "qué calor hace el día de hoy". Se ha vuelto normal que de vez en cuando la ciudad tenga este tufo que es una mezcla de mierda y materia orgánica en descomposición. Alguien tendría que estar haciendo algo en estos momentos para salvar el alma de esta ciudad porque, a decir por este olor, no le queda mucho tiempo de vida.

martes, 27 de octubre de 2009

Mientras agonizo

"Mientras agonizo, la mujer de los ojos de perro no cierra mis ojos cuando ya desciendo a Hades".
Agamenón a Ulises en "La Odisea" libro XI.

Dieciseis narradores, entre los cuales está Addie Brunden, muerta desde los capítulos iniciales de la novela. Un condado imaginario de Mississippi llamado Yoknapatawpha como escenario (años después nacerán Comala y Macondo, entre otros, también como escenarios imaginarios). Una trama original y dramática con un toque de humor negro. Una prosa que se teje con maestría, una obra para la posteridad escrita en sólo seis semanas, según el propio Faulkner. Leí a Faulkner y reconocí a García Márquez, a Vargas Llosa, entre otros viejos conocidos. Es evidente la influencia de Faulkner en ellos. Me gusta la obra de Fante, me gustan las novelas de Bukowski, pero Faulkner está en otro nivel, es un escritor de una calidad excepcional.
Faulkner escribió la novela en las madrugadas, mientras trabaja como velador en una compañía generadora de electricidad. Cuando se tiene el genio, se encuentra el tiempo y el espacio necesarios para liberarlo. Y pensar que hay escritores becados, a quienes se les paga por escribir, quienes no tienen que trabajar para sobrevivir, los cuales jamás llegarán a crear algo que se acerque a "Mientras agonizo".
Como en los mercados de México, les doy "la probadita", para que se anime a llevarlo. Este fragmento es un monólogo de Addie Brunden, quien reflexiona sobre su experiencia tras haber sido madre por primera vez:
"That was when I learned that words are no good; that words don’t ever fit even what they are trying to say at. When he was born I knew that motherhood was invented by someone who had to have a word for it because the ones that had the children didn’t care whether there was a word for it or not. I knew that fear was invented by someone that had never had the fear; pride who never had pride... He had a word, too. Love, he called it. But I had been used to words for a long time. I knew that that word was like the others: just a shape to fill a lack".

viernes, 23 de octubre de 2009

Morir de sed

Hace varios lustros, durante mi infancia, mis hermanos mayores educaron mi gusto musical un poco a la fuerza. Pero gracias a ello conocí, entre otros, a Joan Manuel Serrat ¿quién en su sano juicio puede quejarse de eso? En esas sesiones musicales que programaban los hermanos mayores, escuché también a Facundo Cabral -fecundo cabrón le decía el Loco Valdés-. A Cabral le escuché decir en uno de sus discos, justo antes de entonar una canción, algo así como: "Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed".
En 1976, México buscaba agua, el modelo político-económico estaba agotado, pero gracias al pescador campechano Rudecindo Cantarell, el país encontró petróleo. De hecho, encontró el cuarto yacimiento más grande en la historia del planeta. Los cambios de fondo en el país quedaron aplazados por este descubrimiento. No había más una urgencia por cambiar. El discurso político cambió; se dijo que eran tiempos de "administrar la abundancia". Joder con nuestros líderes latinoamericanos, todos muy ocurrentes con la lengua pero igual de pendejos. Ahora recuerdo una frase escrita en un muro en Argentina, en las épocas del cacerolazo "que nos gobiernen las putas porque sus hijos resultaron unos rateros". Esa es la idea.
Rudecindo Cantarell murió en la pobreza, pero en su "honor" el yacimiento fue nombrado con su apellido. Los "Beverly Ricos", los "Beverly Hillbillies", sólo son posibles en países con leyes derivadas de la tradición anglosajona, en donde la propiedad privada es eso, privada. En los países con leyes derivadas de la tradición latina, existe la propiedad privada, pero, al menos en México, la Constitución es clara: El gobierno es dueño de todo y te puede quitar hasta el apellido si así se le da la gana al gobernante en turno, todo en nombre de la "utilidad pública", concepto que no se define en ninguna parte. Por ello en latinoamérica los pobres nacen pobres y mueren todavía más pobres y el día que la mierda valga dinero el gobierno les va a expropiar el culo.
En fin, México encontró petróleo pero hoy día muere de sed. Ciro Gómez Leyva se ha cansado de decirlo: "Esta generación de políticos mexicanos no está dotada genéticamente para la grandeza". Lamentablemente, todo indica que es cierto. Los problemas del país son inmensamente más grandes que el cerebro de estas aves de rapiña.
Uno de los mejores diagnósticos sobre lo que sucede hoy día en el país se publicó hoy en el diario El Universal y su autor es Macario Schettino. No hay peor situación para un paciente grave que un doctor que equivoca el diagnóstico. Todos los días escuchamos diagnósticos sobre los problemas del país. La culpa es del gobierno -como si éste fuera un ente con vida propia-, la culpa es del neoliberalismo -y nadie sabe decir exactamente qué demonios significa esto-, la culpa es de los empresarios, la culpa es de la derecha, la culpa es del PRI, la culpa es...
Leo mis libros para poder vivir, trabajo -como petrolero- para poder sobrevivir. El yacimiento Cantarell produjo hasta 2.2 millones de barriles diarios durante el sexenio de Fox. En el año 2005 empezó su declinación y este año 2009 producirá sólo 650 mil barriles diarios en promedio. La declinación continuará y no hemos encontrado un yacimiento que sustituya a Cantarell. Este yacimiento sustituto probablemente existe en las aguas profundas del Golfo de México, pero no tenemos ni la tecnología ni el dinero para ir por este crudo. Y aún suponiendo que encontremos un gran yacimiento en aguas profundas el día de hoy, no veríamos ni una gota de esa petróleo hasta dentro de 9 o 10 años. Así de complicado es obtener petróleo a dos mil o tres mil metros de profundidad.
Se acabó nuestra vaca lechera, nuestra gallina de los huevos de oro, nuestro oro negro, que más que oro ha sido un veneno. Los cambios de fondo en el país ahora son inaplazables. Pero nuestros políticos hacen el papel de payasos en la cámara de diputados, ese club de caciques locales que sólo representan a sus propios intereses. No se ponen de acuerdo en nada, no toman las decisiones que el país demanda. Eso sí, pelean con todo por repartirse lo que queda del botín. Aves de rapiña, al fin y al cabo.
Para leer a Macario Schettino, pueden dar un "click" aquí.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Enchocolatados

Mi hermano Enrique ha puesto en su blog un texto llamado "En defensa del chocolate de leche". Gracias a Gabo por el aviso. Esta mañana intenté en vano escribir un comentario en el blog de Enrique. Hice dos intentos, es decir, tuve que escribir dos veces lo mismo, pero algo sucedió y el comentario no fue publicado en el blog. Frustrante. Por ello quiero comentar aquí en mi blog lo que no pude comentar en el blog de Kike Gavilán.
De verdad que yo respeto a quienes prefieren el chocolate con mayor contenido de leche. Yo no sé nada de modas, no tengo paladar de gourmet y las tendencias y modas sobre salud no me interesan en absoluto. Sólo sé que prefiero el chocolate amargo. Simplemente una cuestión de gustos, al menos en mi caso.
Quizá en México no se nos ocurrió mezclar el chocolate con la leche para obtener un dulce que marcaría época, pero sí se nos ocurrieron otros usos. Y, por ejemplo, en Tabasco y Chiapas, los campesinos se llevan a su parcela un recipiente con "Pozol", que es cacao mezclado con agua y algo más que no recuerdo. Yo lo probé hace unos años porque, de hecho, se vende en las calles de Villahermosa, entre otras muchas ciudades del sureste, con mucho hielo para mitigar el calor y la verdad es muy sabroso y nutritivo. En fin, en gustos se rompen géneros y en pareceres, amores. Yo me quedo con el chocolate amargo.
Para leer el texto de Enrique de un "click" aquí.

martes, 6 de octubre de 2009

Chocoholic

Hola, me llamo Pablo y soy adicto al chocolate. He aceptado mi problema y me doy cuenta de que empecé a consumirlo siendo apenas un crío. Todos los domingos por la tarde, al placer de la devoción le seguía el placer mundano y adictivo del cacao. El auto de mi padre era secuestrado en pleno curso por siete mocosos que pedían a gritos como destino la tienda "Larín", ubicada en la calle 9 sur, casi esquina con 25 poniente. El copiloto era nuestro cómplice, el plan no nos fallaba nunca.
Creo que ahí empezó todo. Aun no puedo olvidar el aroma, las vitrinas repletas, las formas, los colores, casi el paraíso. Había chocolates prohibidos, los que eran sólo para mamá, las trufas, los más caros. Pero mamá siempre convidaba de esos trozos de gloria, de esos chocolates con un sabor amargo, con el verdadero sabor del chocolate puro, sin el disfraz de la manteca y de la leche. No eran del gusto de todos. Para la mayoría de mis hermanos el sabor era demasiado fuerte.
A mí me enganchó de tal forma que más de treinta años después aun no he podido liberarme de este vicio. Soy un adicto y cada vez estoy peor. En mi juventud me conformaba con cualquier chocolate. Con el paso del tiempo entré en una espiral que me trajo hasta aquí. Desprecio por completo los chocolates dulzones y sólo encuentro el efecto deseado en el chocolate amargo. Últimamente he tocado fondo. Sólo compro chocolate con 80% de contenido de cacao. La gente me ve en forma extraña, habla por lo bajo y se aleja de mí. Compro chocolate en forma compulsiva, lo escondo en todos los rincones de la casa y de la oficina. He llegado a levantarme de madrugada para comer chocolate. Estoy desesperado, necesito ayuda, me llamo Pablo... snifff, snifff... soy adicto al chocolate.

lunes, 5 de octubre de 2009

El estudiante

Lo que sí me gustó:
-La actuación de Jorge Lavat. La experiencia, las tablas, el oficio, el gran trabajo de Lavat en buena medida salva la película del naufragio.
-La fotografía, la cual da realce a la ciudad de Guanajuato y hace más disfrutable la película.
-El hecho de que no actúan ni Gael García ni Diego Luna. ¡Bravo! Finalmente una película puede abrirse paso con nuevo talento que no es rudo ni cursi. Jóvenes que tienen mucho que aprender pero que muestran "madera" y que es evidente que tomaron nota de los maestros que tuvieron a su lado en este trabajo.
Lo que no me gustó:
-El tono moralista de la película. ¿El que paga manda? El mensaje es simplón. Un final lacrimógeno no es sinónimo de una buena historia.
-Las fallas evidentes del guión y de dirección que resultan en escenas artificiales, que se sienten falsas.
-La falta de ritmo de la película, también error de un director novato y de un guión muy cercano al calificativo de pobre. El primer mandamiento del creador cinematográfico es "no aburrirás" y "El estudiante", si no peca abiertamente, se acerca por momentos en forma peligrosa.
Conclusión:
Sobra decir que no soy crítico de cine. Da gusto ver en México a nuevos creadores, a artistas jóvenes y proyectos que cristalizan y atraen al público. Pero me quedé con la impresión de ya había visto la película "El estudiante" en una mucho mejor versión llamada "Las flores del cerezo". Finalmente sólo es mi loca opinión.

viernes, 2 de octubre de 2009

Piedras

Hace unos días en canal 22, en el programa ReVersos, hablaron sobre el poema “Piedra de sol” de Octavio Paz. Poema de más de quinientos versos, poema monumental que en buena medida es una de las piedras angulares de la obra de Paz. Se habló de la importancia de las piedras en la literatura, en la cultura, en la vida. Se habló de la piedra Roseta como piedra códice, piedra reveladora de misterios, piedra diccionario. Se habló de poemas y obras literarias que tienen una piedra como protagonista; “Por culpa de nadie habrá llorado esta piedra…” del chileno Gonzalo Rojas; tan sólo un bello ejemplo. Se habló de la tradición del pueblo hebreo que en lugar de llevar flores a las tumbas de sus muertos llevan piedras. Las piedras como símbolo de lo que perdura, de lo que nos sobrevive, de lo que no muere. Se habló del simbolismo en el gesto de Jesús al decirle a Simón tu eres piedra (Petrus) y sobre ésta edificaré mi iglesia. Se hablo de las piedras por las cuales se esclaviza al prójimo, se le mata, por las que se pierde la cabeza, las piedras preciosas. Se hablo de las piedras que al chocar nos han proporcionado a la raza humana, desde hace miles de años, el fuego, el calor, el cobijo. No se habló de la piedra, que aun desconocida por los vigilantes del espacio, está en camino hacia nosotros para poner fin al reinado de los seres humanos sobre este planeta.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Carver

"Short cuts" es una compilación de relatos breves de Raymond Carver. Este libro, en versión en castellano, me lo regaló mi hermano Bernardo. "Quieres hacer el favor de callarte, por favor" es uno de los relatos más conocidos de Carver y este libro-regalo, felizmente, lo incluye. De primera intención me imaginé que el título original en inglés era "Would you shut up, please", pero después de leer el relato busqué el título en inglés y, en realidad, el título es "Will you please be quiet, please". Hace sentido. Esta frase que da título al relato, en contexto es casi un súplica, es una petición desesperada, no en vano el "por favor" se repite. Podría decir que el relato es sobre la complejidad en las relaciones de pareja, sobre la imposibilidad de la comunicación, sobre el amor, sobre el perdón, pero no lo diré. Esta vez haré el favor de callarme.

martes, 29 de septiembre de 2009

Trivia

¿Toros y osos? ¿Trabajas en un zoológico? La pregunta es pertinente. Una pista. Esta es una estrofa de una muy buena canción del grupo R.E.M. llamada "Daysleeper".

the bull and the bear are marking
their territories
they're leading the blind with
their international glories


I'm the screen, the blinding light
I'm the screen, I work at night

Ese es el tipo de toros y osos con los que tengo que lidiar todos los días.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Knock out

La ciencia médica no se pone de acuerdo conmigo, me imagino que como con casi ningún ser humano sobre el planeta. En la última visita al galeno me dejaron de tarea tomar una pastilla todas las noches. Se trata de una pastilla fuera de mi repertorio habitual. El médico dijo "es sólo un hipnótico, nada fuerte, sólo le va a ayudar un poco a conciliar el sueño". Eso fue lo que dijo. Llegué a mi baticueva, me puse el pijamas, puse una película y me acosté. Finalmente, me tomé la pastilla con la candidez propia de un santo. Eso es lo último que recuerdo.
La siguiente escena aparece como entre sueños. La película ya había terminado y la televisión continuaba encendida. No puedo decir si vi parcial o totalmente la película. Para ser honestos, no recuerdo ni la primera escena. Haciendo un esfuerzo poco usual, busqué y encontré el control remoto. Apagué la televisión y volví a caer profundamente dormido.
Carajo, ¿sólo un hipnótico? si esta vaina pega más duro que Mike Tyson en sus buenos tiempos. Lo peor del caso es que no percibo ninguna mejoría. Ya es crónico esto de andar por la vida hecho un idiota.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Guitarra y orquesta

Hoy miércoles se escucha el Aranjuez de Joaquín Rodrigo. No me quejo, hay días en que es una balada idiota o incluso un pegajoso “jingle”. Cómo se instalan en mi cerebro durante la noche y suenan dentro de mí durante toda la mañana es un misterio que no he podido desentrañar. Hoy es el primer movimiento del Concierto de Aranjuez, un lujo. La versión que tengo en casa es con Narciso Yepes en la guitarra. Así que supongo que la guitarra que escucho es del maestro Yepes. Vaya mancuerna, un lujo.

martes, 1 de septiembre de 2009

Con la vista en el cielo

Camino por la calle desierta, todavía a oscuras. Busco un taxi. Mientras camino me acompaña un avión. Entra por el norte de la ciudad, procedente de no se dónde. Pasa volando justo arriba de mí, en la misma dirección en la que yo voy caminando.
Es el mismo avión de todas las mañanas. ¿Cómo lo sé? No lo sé con certeza, pero es un Airbus A330, la misma línea aérea, la misma hora (6:50 a.m.). Corrijo; podría apostar que se trata del mismo avión. Sigo a mi avión con la mirada, con la fascinación de un niño, con una sorpresa casi primitiva por ese objeto en el cielo. ¿De dónde me viene el gusto por los aviones?
Como en muchos de los asuntos en mi vida, no sé la respuesta. No sé de dónde viene, pero contemplar mi avión durante unos segundos es una buena forma de empezar el día. Mi avión se pierde lentamente dando un estético giro a la izquierda en su aproximación final, con la que termina su largo viaje. Yo me pierdo en la cabina de un sucio taxi y comienzo el mío.

sábado, 29 de agosto de 2009

Días sin sol

Estoy atrapado en la telaraña que yo mismo tejí. ¿Qué me hace pensar que ahora tengo derecho a lloriquear? Será mejor guardar la compostura, respirar hondo y apurar el paso. De cualquier forma no hay de que preocuparse. Al final todo saldrá mal.

jueves, 27 de agosto de 2009

Con razón!

El teórico de la comunicación Marshall McLuhan dijo alguna vez que el medio es el mensaje. En las décadas de los años setenta y ochenta, sin televisión de paga en México, con sólo 4 o 5 canales de señal aérea, el canal 2 de Televisa era el mensaje. Y en lo que toca a la información, el noticiero "24 horas", con Jacobo Zabludovsky era El Mensaje. Nada sucedía en México si no era visto en "24 horas". Nada era noticia, nada era cierto en México si no estaba en "24 horas". Zabludovsky era el mensaje. Jacobo ha sido el periodista más poderoso en la historia de México, así de simple.
En días recientes, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal le otorgó la medalla al Mérito Ciudadano a Zabludovsky. Para mí resulta evidente que Jacobo añora los tiempos en donde todo estaba controlado en este país. Le leo cada lunes en El Universal, es evidente su nostalgia. Enemigo de todo lo que tenga olor a pan, amigo de viejos priístas que ahora militan en el partido que le otorgó la medalla, Jacobo sigue siendo un periodista exitoso. No comulgo con sus ideales políticos pero es un hombre culto a quien es muy divertido escuchar y leer.
Ayer vi en la t.v. una entrevista con Jacobo. Le pidieron que contara una anécdota de su larga carrera como periodista. Dijo no recordar nada en especial pero platicó la siguiente anécdota. De camino a su trabajo, en su auto, en la Zona Rosa de la ciudad de México se le acerca una vendedora de billetes de lotería y le pregunta "¿Usted es Jacobo Zabludovsky?" y él le contesta "si, soy yo". La vendedora sonríe ampliamente y dice "¡con razón se parece tanto!".

lunes, 24 de agosto de 2009

Signos y fonemas

Ikram Antaki, quien se nos murió demasiado pronto, me enseñó este fin de semana que los primeros intentos de escritura datan de alrededor de los 3,000 años a. de C. Fueron simples representaciones de objetos que eran comercializados constantemente, semillas o animales, por ejemplo. Fueron escritos, quizá la palabra correcta es dibujados, en barro, el cual después fue cocido al fuego para dejar para la posteridad estos intentos de escritura. Sin embargo, este primer intento sólo representaban objetos, pero no era un sistema en el que un signo implicara un fonema.
A los fenicios les debemos el primer alfabeto, el primer intento por intentar crear un sistema en el que un signo representa un fonema. Pero esto no ocurrió hasta el año 1,000 a de C., y este alfabeto no tenía vocales. Otros pueblos avanzados fueron creando su propios sistemas de escritura, los griegos, los hebreos, los árabes, los egipcios. Después de muchos siglos de tropiezos, pero también de evolución y del perfeccionamiento de los sistemas de escritura llegamos por fin a lo que tenemos hoy día. El invento más importante del ser humano, al cual pocos consideran como tal. La escritura.
Hoy día, en pleno siglo XXI, existen alrededor de 3,000 idiomas. Sin embargo, sólo hay un sistema de escritura para 100 de estas lenguas. Por ejemplo, y para sorpresa de nuestros ignorantes políticos, el Nahuatl se habla, pero no se escribe, simplemente porque no existe un alfabeto para dicho idioma. No existen los signos que representen los fonemas que constituyen dicha lengua. Repito, sólo 100 de más de 3,000 idiomas cuentan con la facultad de poder escribirse y leerse. Y por cierto, es incorrecto hablar de dialectos. Cualquier sistema hablado, con o sin alfabeto, se considera una lengua, un idioma. Otra cosa es el uso dialectal de algunas lenguas. Por ejemplo, los argentinos y los mexicanos tenemos un uso dialectal diferente de un idioma en común, el castellano.
Pero hay más. Hoy día, uno de cada dos habitantes de este planeta no sabe escribir o leer el idioma que habla. Ya sea porque no existe un alfabeto del idioma o porque lo desconoce, pero recalco, uno de cada dos seres humanos no puede escribir o leer su propio idioma materno. Mi percepción es que esta proporción de los desheredados de la escritura crecerá con el tiempo, en buena medida por culpa de la tecnología y no gracias a ella como todos supondríamos. Se aceptan apuestas.

jueves, 13 de agosto de 2009

Oro por baratijas

Ayer, por casualidad, vi uno de los primeros capítulos de la serie de televisión "Lost". Lo que vi de inmediato me remitió a libros como "La invención de Morel" de Adolfo Bioy Casares y "El señor de las moscas" de William Goldwin. Lo que fascina y atrapa a millones y nos parece original, no lo es en absoluto. Después de Homero con la Ilíada y la Odisea, después de las fábulas de Esopo, después de Sófocles, de Eurípides, de Aristófanes es difícil ser original. Después de las Mil y una Noches, de Shakespeare y de Cervantes, de Dante no hay demasiado espacio para el creador. Después del Lev Tolstoi -el genio de Yásnaia Poliana-, de Dostoievski, de Kafka ¿cómo encontrar la originalidad? Leer a los "clásicos", los libros fundacionales del arte de escribir, nos permite entender que todos estamos condenados a repetir, con mayor o menor calidad, lo que ya otros escribieron hace muchos años. Y quienes no leen estarán condenados a quedar atrapados por historias que, generalmente, son pésimas copias del argumento original.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Carta al padre

Los manuscritos no arden. Probablemente recuerden esta frase de la novela "El maestro y Margarita" de Mijaíl Bulgákov. Unos días después de la muerte de Franza Kafka, su amigo entrañable, Max Brod, salvó del fuego la correspondencia de los últimos años de vida del escritor Checo, así como algunos textos breves. La madre de Kafka ya preparaba la hoguera pero estos manuscritos tampoco ardieron.
Entre los documentos que evitaron las llamas gracias a Max Brod, se encontraba una larga carta de Franz Kafka dirigida a su padre. El destino quiso que este texto tan personal no fuera leído por su destinatario original. De acuerdo a los biógrafos del escritor, esta carta nunca fue leída por su padre. A cambio de ello, la carta ha sido leída por miles de lectores y estudiosos del escritor. Cuando te conviertes en un ícono de la literatura como Kafka, incluso tus más íntimos escritos se vuelven materia de estudio y de culto. El talento también tiene sus desventajas, vivir en el promedio tiene sus encantos.
"Carta al padre", comentan los estudiosos, es la llave que abre la puerta al entendimiento de la obra de Kafka, cuya vida y obra quedó marcada por la difícil relación que tuvo con su padre, quien es descrito como un hombre de un fuerte carácter autoritario, enfocado en su prósperos negocios y desilusionado de la "fragilidad" de su hijo Franz. Después de leer esta carta es mucho más fácil entender la motivación del escritor para escribir, por ejemplo, "Metamorfosis". Toda creación literaria parte del dolor, del sufrimiento.
La lectura de "Carta al padre" es un ejercicio de reflexión interesante. Se puede leer desde la perspectiva del hijo, la perspectiva "natural". La carta está escrita en primera persona, de modo que el lector asume naturalmente este rol, además de que casi todos hemos crecido con una figura paterna en casa. Para los que somos padres, se puede leer también desde la perspectiva del padre y, a partir de ello, hacer un ejercicio de autoevaluación. ¿Cuántos de los reproches del Kafka me los pueden hacer algún día mis propios hijos? ¿Cuántos de los reproches de Kafka eran justos y merecidos? ¿Cuántos eran inmerecidos y exagerados?
Los hijos siempre les tenemos una lista de reproches a los padres. En mi juventud yo hacía crecer esa lista en forma regular y la tenía a la mano para echarla en cara a la menor provocación. Con el paso de los años fui borrando varias línea de la lista. Hace algún tiempo la guardé en la bolsa trasera del pantalón. Con más de cuarenta años y con mis padres cansados por el paso de las décadas, mi lista ya no es legible. Pero no me importa en lo más mínimo, la he cambiado por una dosis, seguramente insuficiente, de comprensión, compasión y amor. Por su parte, mis hijos, en plena adolescencia, ya estarán escribiendo su propia lista, su propia carta al padre.

jueves, 30 de julio de 2009

Carta a Mariana

Esta carta la escribí al día siguiente de la operación de Mariana. Entonces no sabía que tendrían que pasar varios días -días de angustiosa espera- antes de que ella pudiera escucharla en voz de Gaby.

En estos días, con tu problema de salud, me tropecé con dos viejos conocidos en mi vida, a los cuales tenía mucho tiempo de no frecuentar: las lágrimas y los rezos. Como todos, aprendí a llorar cuando nací y poco a poco fui perdiendo el hábito. En cuanto a los rezos, Coca y Ray se encargaron de que aprendiera a hacerlo bien, tú sabes que esa parte se la tomaron muy en serio. Con el paso del tiempo fui perdiendo ese par de muletas. Sin embargo, con esta noticia respecto a tu salud, he tenido que echar mano de aquellos viejos conocidos, porque ha sido demasiado fuerte para mí ver y no entender lo que te ocurría.
Con todo esto he confirmado que los hijos de mis hermanos, y mira que tú fuiste la primera en esa categoría, me hacen muy feliz con sus alegrías, me enorgullecen con sus logros y me preocupan con sus problemas –ya sabes, como buen López Calva me preocupo fácilmente-. Todo esto de una manera muy intensa.
Y fue precisamente después de algunos días de lágrimas y rezos que me di cuenta que tú y todos los hijos de mis hermanos son más que mis sobrinos, que en realidad son medio-hijos. Ya sé, ese término no existe, pero si existen los primos-hermanos y los medios-hermanos, pues ahora yo he inventado esta categoría: media-hija ó medio-hijo. Eso describe mejor lo que siento por todos ustedes, mucho mejor que la palabra sobrino. De ahora en adelante serás mis media-hija Mariana, y también son mis medio-hijos Paulina, Daniela, Jerónimo, Diego y Emilia. Y los que lleguen más tarde.
Cambiando de tema, te quiero platicar que en medio de toda esta tormenta que fue tu repentina operación, algo muy positivo salió a flote. El amor. La tormenta arrojó al amor a las playas de esta familia. Tú no has podido darte cuenta, pero yo puedo decirte que estás rodeada del amor de muchísima gente, de toda la gente que te conoce y aun de la que no te conoce. ¿Sabes cuánta gente ha estado aquí en el hospital, cuántos más desde Puebla están al pendiente de ti, cuántos estuvieron rezando durante tu operación? ¡No lo creerías, Mariana! Una multitud, una multitud movida por el amor. Debes sentirte muy orgullosa de eso y debes tomar fuerza del amor que toda esta gente te tiene. Con muchas ganas y otro tanto de paciencia pronto estarás nuevamente en casa, rodeada de todos los que te queremos.
Te mando un beso con mucho cariño.
Tu tío Pablo.

P.D. Extraño mucho tus comentarios en este blog. Espero que te recuperes pronto para tener de regreso a una de sus lectoras más inteligentes.

miércoles, 22 de julio de 2009

Media-hija, sobrina

Quiero tomar tu lugar. Quiero tu dolor.
Quiero tomar las agujas de tus brazos para clavarlas en los míos.
Quiero arrancar el tubo que entra por tu boca y baja por tu garganta para ponerlo en mi boca.
Quiero que sea mi cuerpo el que genere el rechazo por culpa de ese intruso.
Quiero tomar tu lugar. Quiero tu ansiedad.
Quiero hacer míos tus espasmos.
Quiero llenar tus pulmones con el aire de los míos.
Quiero hacer mía tu angustia por la falta de aire.
Quiero ver tu respiración fácil, completa.
Quiero tomar tu lugar. Quiero tu incomodidad.
Quiero dejar de comer y beber.
Quiero una sonda que llegue hasta mi estómago a cambio de verte fuerte.
Quiero tomar tu lugar. Quiero tu miedos.
Quiero quitar ese herida que aun sangra en tu cerebro.
Quiero que sea mi sangre la que no deje de fluir.
Quiero rapar mi cabeza y acomodar mi cabello en la tuya para enmarcar tu hermoso rostro.
Te quiero de vuelta... quiero tomar tu lugar.

sábado, 18 de julio de 2009

Frustración, rabia, rechazo...(segunda versión)

Hace un par de días publiqué un post con este mismo título. Lo he logrado matizar, ahora que los sentimientos se han asentado un poco más. Prefiero dejar esta versión.

Nuestros más finos ejemplares siguen engordando como cerdos y muy probablemente mueran en sus camas de viejos. Me refiero a los que engañan, a los que roban, a los que matan como forma de vida, como negocio. A los que han encontrado en ello el modo de hacer crecer cada vez más sus cuentas bancarias y sus impúdicas barrigas.
Mientras tanto, una joven dulce, inteligente y comprometida, una joven que no llega a los veinte años de edad, convalece en terapia intensiva en un hospital después de ser operada de urgencia. Un tumor en el cerebro ha sido el culpable de este tumbo en la vida de mi sobrina, de este golpe seco en la vida de todos los que la queremos y la admiramos.
Los intentos por racionalizar los irracional vienen de todos los frentes. Intentos que empiezan, claro está, por el ámbito religioso, católico, para ser más específico. También intentos que provienen de la trivialización y la desinformación de la filosofía oriental y de la metafìsica. Esta última, una moda clasemediera que se ha convertido en un gran negocio -sólo hay que asomarse a cualquier Sanborn's para ver cuánta basura hay al respecto-. Una moda que ofrece explicaciones estúpidas a problemas médicos muy serios.
La realidad es que no hay explicación posible. Se agradece la preocupación, la solidaridad de los amigos, pero al menos para mí, que he visto crecer a esta joven excepcional que jamás ha hecho daño a nadie, no hay una explicación posible. La vida es terriblemente injusta. Los peores, los más cínicos, engordan como cerdos hasta reventar. Los mejores, los más jóvenes y comprometidos tienen que ir a cirugía durante ocho horas para tener una segunda oportunidad en la vida. Llorar y maldecir ayudan un poco a liberar la frustración y la rabia, pero no ayudan a encontrar una explicación a todo esto. Debe ser porque no la hay.

miércoles, 8 de julio de 2009

Libros que me han hecho llorar

No me considero de lágrima fácil. Fui educado en la escuela tradicional en donde los hombres no lloran, al menos en público. Pero los años también tienen su efecto en esta suerte de defensas. La tristeza es un oleaje constante que termina por erosionar la piedra más dura. La madurez es otra parte de la ecuación. Casi todo lo que a los veinte años es una comedia, a los cincuenta es una tragedia. La solemnidad le gana terreno a la idiotez. Estoy seguro que con el paso de los años me será más fácil llorar. El pudor y el orgullo cederán ante el peso de los años.
Probablemente mi caso es el común denominador, pero me doy cuenta que el cine me ha hecho llorar más que la literatura. Supongo que las imágenes y el sonido, una música apropiada, pueden crear más fácilmente el contexto para una lágrima. Aun así puedo contar con los dedos de una mano las películas que me han conmovido al grado de merecer una lágrima. No me sobran dedos, pero los dedos de una sola mano.
Pero el caso de los libros resulta algo misterioso para mí. He leído historias desgarradoras. Novelas, cuentos o poemas que se pueden clasificar de deprimentes. ¿Algunos ejemplos de libros "bajones" como dice mi amigo uruguayo "el manino"? "Opiniones de un payaso" de Böll, "Nueve cuentos sin final feliz" de Chéjov, "La vida breve" de Onetti, algunos pasajes de "Noticias del imperio" de Fernando del Paso, también algunos pasajes de "Los detectives salvajes" de Bolaño. Y tantos otros que bien podrían haberme arrebatado una lágrima. Pero no es común que un texto me haga llorar.
De hecho, en el título de este texto (post), sólo usé el plural de la palabra "libro" para otorgar el beneficio de la duda, porque el único libro que conscientemente recuerdo que me hizo llorar ha sido "El evangelio según Jesucristo" de Saramago. Quizá fue el cruce, el encuentro -¿choque?-entre un estado de ánimo muy bajo y la escena en la que el joven Jesús encuentra a su padre crucificado. Quizá no. Quizá la escena tocó algo en mi subconsciente, no lo sé. Lo único que me queda claro de todo esto es que es más fácil leer con los ojos secos.

martes, 7 de julio de 2009

El viejo Borges

Yo, como aquel cronopio, espero llegar a viejo. Por hay formas de llegar. Jorge Luis Borges escribió, ya siendo un viejo, el siguiente poema. Me parece una forma muy digna de llegar. Un viejo que nos demuestra que no ha perdido un ápice de su magia creativa. Un viejo erudito, que tira dentelladas a la posteridad como un hambriento animal salvaje.

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado

viernes, 3 de julio de 2009

Espejo

El aforismo afirma que un espejo es el amigo más honesto que puedes encontrar. Tengo sólo un amigo honesto en mi pequeño departamento -debo decir, el departamento donde vivo, que no tiene nada mío-. Cada mañana, mientras aun no despierto del todo, le miro después de frotarme los ojos e invariablemente me receta su seco y no solicitado saludo: "El tiempo pasa pequeño mortal, ¿qué piensas hacer hoy al respecto?”. La mayor parte del tiempo sólo lo ignoro. Algunos pocos días, cuando impera el buen ánimo, incluso aprecio su ingrata honestidad y le hago una mueca. Pero hay días, esos días, en que quisiera tirarle un puñetazo en pleno rostro. Maldito imbécil.

jueves, 2 de julio de 2009

Vivir y beber

"Los únicos hombres en los puedes confiar vienen embotellados: Jim Beam, Jack Daniels, Johnnie Walker, José Cuervo. El resto se puede ir al infierno."
Jeri Cain Rossi

La revista Nexos ha dedicado el número del mes de mayo al tema de la vida y la bebida. Hay colaboraciones sensacionales sobre el tema. Particularmente, me gustó mucho "Brindis por el ron" de Eliseo Alberto. Es mi deber informale al lector interesado que la revista Nexos en línea, la su página de Internet de la revista, ha dado acceso libre a toda la revista y a números de meses pasados. Desconozco si la medida es temporal, más vale aprovecharla.
Es también muy interesante el artículo "Licor y ansiedad" de Hugo Hiriart. El autor se confiesa alcohólico y hace un diagnóstico interesante de cómo la ansiedad y las fobias llevan a mucha gente al alcohol. Los esfuerzos de las clínicas y grupos para estos enfermos, afirma Hiriart, están mal enfocados, pues no van a la raíz del problema, no detectan, la fobia, la fuente de la ansiedad de la persona enferma, la cual fue la que lo condujo al alcohol. Apenas recuerdo y, por tanto, seguramente recuerdo mal, unas líneas de una película en boca de la protagonista -¿Sandra Bullock?-: "gustarme, lo que se dice gustarme... las malteadas de chocolate. El alcohol no me gusta en lo absoluto, pero me la he pasado borracha los últimos quince años de mi vida".
No me parece que la revista Nexos haya hecho una apología de la bebida. Me parece que logró con denodado esfuerzo, como todo buen borracho, el equilibrio. Están los cantos así como los espantos de las bebidas alcohólicas.
Yo, por mi parte, he llegado a la edad en la que los daños de la bebida sobrepasan a su magia. Solía parrandear tres días seguidos y padecer una resaca de medio día. Hoy, en mis cuarentas, me dedico a beber medio día en alguna fiesta que se prolonga y padezco una resaca de tres días. Aun así, disfruto de vez en cuando del brandy español y todavía me seduce una buena frase como la de Gary Ross: "La realidad es una ilusión temporal que produce la falta de alcohol".

martes, 30 de junio de 2009

Thriller

Hacen un esfuerzo, un intento totalmente fallido, por presentarlo como un homenaje. No obstante, la intención que se percibe no es de luto, sino de lucro. El disfraz no sirve. Estamos ante el espectáculo del horror. Estamos ante una disputa entre animales de carroña. Es una lucha por los despojos de un infeliz. Paradójicamente, estos carroñeros son los mismos que lo encumbraron, los mismos que festejaron su caída y que por años sobrevolaron impacientes al herido y vulnerable "freak" que ayudaron a crear. Al fin han aterrizado y están culminando su labor ante los ojos de su estúpida audiencia que no entiende que lo que observa no es un velorio, sino un festín. Que no alcanza a percibir que lo que ve en los medios de comunicación no es la reseña de la grandeza, sino de la miseria del ser humano.
Desgraciadamente, la maquinaria parece funcionar mejor que nunca. Más temprano que tarde otra será la víctima, otra será la historia rentable y nada habrá cambiado un ápice. Al final, los carroñeros, los que ríen como hienas hambrientas, son los ganadores en un planeta en el que nadie quiere darse cuenta de que nos están pasando la misma película una y otra vez. No nos movemos, vivimos en el reino de la inmovilidad. Morimos ciegos ante esta realidad. Nadie escucha. Nadie presta atención. Todos están demasiado ocupados en buscar del mejor lugar para observar el espectáculo.

jueves, 25 de junio de 2009

Joaquín Cortés en Puebla

El público poblano es un toro manso y muy peligroso a la vez. No embiste, no humilla y tira peligrosos derrotes. En cuanto salió a escena, como buen gitano, como gran conocedor de la fiesta brava, Joaquín Cortés se dio cuenta de inmediato. Este toro tardaba en embestir, salía distraído buscando la querencia y volvía contrario tras sus pocas y tímidas embestidas. Joaquín tuvo que meterse a los terrenos de este toro soso. Le gritó, lo enceló y empezó a sacar casi a la fuerza unos pases lentos, pero bien llevados. Pisando siempre los terrenos del toro, "tocó" el pitón del lado contrario al que sostenía la muleta, cruzando por delante de la cara de este toro difícil.
Los años de experiencia de Joaquín Cortés pagaron dividendos. Este toro terminó embistiendo suavemente llevado por la muleta del artista, humillando apenas los suficiente pero con un recorrido largo y armonioso. Joaquín sacó agua de donde no había nada. El público terminó de pie, aplaudiendo al maestro, aun sin entender bien su arte. Aplaudió aquel que nunca había escuchado el nombre de Cortés y que asistió por accidente o curiosidad. Aplaudió aquel que fue al evento porque se siente español. Aplaudió el que ve en Cortés a un símbolo sexual y se cansó de gritar como si se tratara de Ricky Martin. Aplaudió la plana mayor de la BUAP; autoridades que en cada evento de este auditorio tienen que presentarse, aburridos, como parte de un quehacer que tiene mucho más de político que de académico. Aplaudió este público manso y peligroso a Joaquín Cortés, un digno representante del pueblo gitano. Un pueblo que, paradójicamente, es aplaudido en los escenarios y despreciado en las calles por las que camina.

Oriente, Oriente, Oriente!!!


Carlos Gardel, que cada día canta mejor, dice que veinte años no es nada. La generación 1984 del Instituto Oriente, mi generación, nuestra generación, cumplió este junio nada menos que veinticinco años de graduados. Bajo los mismos términos del maestro Gardel, casi nada.
La misa la celebró el padre Luis Arredondo. Estoy seguro que a todos a los que nos dio clases alguna vez el padre Luis, estuvimos recordando durante la misa alguna anécdota divertida. Especialmente cuando en plena misa de pronto se detuvo confundido y preguntó “¿ya rezamos el Padre Nuestro?”; yo que me moría de hambre estuve a punto de contestarle “uuuy padre, ya hasta comulgamos”, para que ya sólo nos diera la bendición. Pero me contuve, y aunque todos nos sonreímos, nos comportamos a la altura con el padre Luis, que sobra decir que es bueno como el pan y muy querido por toda la generación.
En cuanto terminó la misa, empezaron los saludos, los abrazos. La prisa por platicar con quienes hace años que no nos veíamos. Esa prisa por reconocer a los que ya conocemos pero que el tiempo ha cambiado. Si comer no fuera una necesidad primaria del ser humano estoy seguro que nadie habría hecho caso de la sabrosa “taquiza” que nos esperaba. La comida fue sólo un acto de necesidad, una pausa necesaria en el júbilo de todos, que apenas podíamos esperar para platicar, para reír, para abrazar, para tomar fotos, para brindar, para bailar y celebrar la vida.
Alguien comentó respecto a los ausentes en la fiesta: “no los entiendo, está demostrado que estas reuniones, que los buenos recuerdos, generan endorfinas, generan placer”. Pero aun quienes no estaban físicamente presentes, también estaban en aquel salón. Nuestros compañeros que se han adelantado en el camino y quienes por algún motivo no pudieron asistir, todos estaban ahí. Todos presentes en las anécdotas, en los recuerdos, en los videos proyectados, en las memorias del Instituto Oriente, esas memorias con las fotos de hace más de dos décadas que todos veíamos con asombro, entre divertidos y azorados por descubrir cómo nos ha cambiado el paso del tiempo. No faltó nadie, todos estuvimos ahí.
Así que las endorfinas volaron por todo el salón, y con ayuda del etanol, faltaba más, aquello fue una fiesta de esas que nunca se olvidan. De aquellas reuniones que se guardan en el corazón, de las que marcan nuestras vidas. Todos peleamos por una hora más de renta del salón y lo conseguimos. Una pelea que marcaba ese deseo de que la fiesta no terminara nunca, una pelea por defender esa vuelta al paraíso, al paraíso perdido de la época estudiantil, de las escasas responsabilidades, de las amistades incondicionales, de los amores eternos, de los sueños y las ilusiones. Casi nada.

miércoles, 24 de junio de 2009

Una rosa para la Virgen

La pequeña capilla estaba a reventar. El calor era intenso. Decidí salir a tomar aire a un pequeño jardín contiguo a la capilla. Estaba ahí sentado cuando llegó caminando un muchacho de unos veinte años. Su caminar era un poco extraño, y movía una mano haciendo un vaivén constante y repetitivo. En voz alta, como si conversara con alguien más, decía para sí mismo "la epilepsia es hereditaria, le puede pasar a cualquiera", después decía algo así como "un balonazo en la cara, a un futbolista le puede dar. La epilepsia le puede dar a un futbolista, le puede dar a cualquiera". Se acercó a la capilla con intención de entrar. La gente que estaba a las puertas de la capilla volteó a verlo con desprecio, como queriendo fulminarlo con la mirada, le cerraron el paso con una actitud que denotaba un "ni te atrevas". El joven retrocedió. Se quedó dando vueltas por el pequeño jardín con su repetitivo rezo. Unos adolescentes que estaban cerca de mí, también prófugos de la misa, comenzaron a murmurar entre ellos, se reían, se burlaban del "espectáculo" que este joven les brindaba. En su ruta aleatoria por el jardín de pronto el joven se acercó hacia donde me encontraba sentado. Ante tanta enemistad manifiesta hacia su persona intenté demostrar una actitud contraria. Le sonreí. De inmediato se detuvo. Me dijo:
-¿Sabe que la epilepsia es hereditaria?
-No, lo sabía ¿pero estás seguro de eso?
-Eso me dijeron, que la epilepsia es hereditaria, pero ¿sabe?, le puede pasar a cualquiera, incluso a un futbolista.
-Sí, estoy seguro que sí.
En eso reconocí su rostro y le dije:
¿Oye, no te he visto en el deportivo Español?
Una sonrisa se le dibujó en su rostro.
-Si, voy todos los días a "jalar", a hacer pesas.
-Claro, ya decía yo que te había visto en algún lugar.
¿Cómo te llamas?
-Mario
Me extiende la mano con una sonrisa.
¿Y usted?
-Yo me llamo Pablo. Háblame de tú, no me gusta el "usted".
En eso noté que el joven lleva una rosa roja en la mano derecha.
¿Y esa rosa para quien es Mario?
-Para la Virgen. Le traigo una flor todos los días. Le rezo y le pido por mi familia y le pido que me permita encontrar una mujer con la que me pueda casar. Tener hijos no, porque la epilepsia es hereditaria. ¿Sabía que la epilepsia es hereditaria?
-No, no lo sabía Mario. Escucha, ¿por qué no te sientas aquí conmigo en lo que termina la misa? Está lleno de gente, cuando termine puedes pasar a ver a la Virgen, sólo faltan unos minutos.
-Si, es buena idea. ¿Sabes? en el puente de la calle de los Ángeles vendo galletas de avena, yo mismo las hago. Son muy sabrosas. ¿Cuando pases por ahí me compras unas galletas?
-Seguro que sí Mario. Te lo prometo. Pero, exactamente ¿en dónde es ese lugar?
Y así pasan dos o tres minutos de alegre, relajada plática.
-¡Mira Mario! la misa ya terminó, aquí viene toda la gente, ya puedes entrar a la capilla.
-Si, voy a dejarle la rosa a la Virgen y voy a rezar. Adiós, mucho gusto Pablo.
-Mucho gusto Mario. Cuídate.
Un apretón de manos y una sonrisa en el rostro de ambos. Mientras tanto la gente sale de la capilla, elegante, altiva, con sus consciencias limpias. Caminan seguros de sí mismos, con la convicción que les otorga el reconocerse como grandes cristianos que cumplen cabalmente las enseñanzas de "nuestro señor". Yo me quedo sentado, intentando hacer un brevísimo inventario de las cosas en esta vida que me ayudan a contener un poco el asco.

lunes, 22 de junio de 2009

Junio 22

Con mi cumpleaños huye la primavera, se va el color, se apaga el calor. Con mi cumpleaños llega una lluvia constante, terca, pertinaz. Llegan los días grises, llega el cielo que no quiere escampar. Con mi cumpleaños llegan las tardes de desasosiego, los vientos de tormenta, los relámpagos, el estruendo, el miedo. Mi cumpleaños: Eros y Tánatos en su eterna lucha.

domingo, 21 de junio de 2009

Feliz día del padre de parte de Irvine Welsh

Algunas de las líneas de la novela "Trainspotting" de Irvine Welsh, que años después fue llevada a la pantalla en forma magistral.

Choose life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big television, Choose washing machines, cars, compact disc players, and electrical tin openers. Choose good health, low cholesterol and dental insurance. Choose fixed- interest mortgage repayments. Choose a starter home. Choose your friends. Choose leisure wear and matching luggage. Choose a three piece suite on hire purchase in a range of fucking fabrics. Choose DIY and wondering who you are on a Sunday morning. Choose sitting on that couch watching mind-numbing sprit- crushing game shows, stuffing fucking junk food into your mouth. Choose rotting away at the end of it all, pishing you last in a miserable home, nothing more than an embarrassment to the selfish, fucked-up brats you have spawned to replace yourself. Choose your future. Choose life...

viernes, 19 de junio de 2009

El traje nuevo del emperador

En el cuento de Hans Christian Andersen es sólo un iluso emperador, fácilmente engañado. Pero en la vida real todos vamos desnudos. Deberíamos ocultarnos, tratar de pasar inadvertidos, apreciar el recato. Todo lo contrario. La regla general es la falta de pudor. Nadie se esconde, nadie quiere pasar desapercibido. Y en medio del caos impera el exhibicionismo de los más estúpidos. No pierden su pose de alto ejecutivo, gran político, empresario modelo o diva intelectual. En su papel de grandes señores, cegados por la estulticia y por las luces del escenario donde actúan ante un mediocre público, van todos desnudos incapaces de darse cuenta de su verdadera condición. ¿Es que alguien puede detener este circo del ridículo?, ¿es que nadie entendió la moraleja del cuanto de Andersen?

jueves, 18 de junio de 2009

Se habla espanol

El castellano, popular y equivocadamente conocido como "español", es un idioma que no debe ser nada fácil de aprender para un angloparlante. Las reglas de conjugación de los verbos, por poner un ejemplo, son bastante más sencillas en inglés que en castellano. Admiro el esfuerzo de quienes, teniendo como lengua materna el inglés, se lanzan a la tarea de aprender un idioma como el castellano. No sólo por la dificultad que ello implica sino porque denota una actitud diferente a todos aquellos que piensan que el resto del mundo es el que debe aprender inglés.
Hoy por la mañana intercambiaba opiniones sobre la economía mundial con un amigo norteamericano, trader en Nueva York, a través del "messenger". Mi amigo está aprendiendo español y le gusta practicar el idioma conmigo. Hoy opinó que la economía y los mercados "no trabajan bien, especialmente en la futurita". La futurita, por supuesto, es "el corto plazo". Yo sé que hice mal, pero no tuve el valor para corregirlo.

miércoles, 17 de junio de 2009

Ars longa, vita brevis



A mi hermana Concepción siempre le llamamos de cariño Coca, pero creo que ahora prefiere que le llamen Cony. Coca fue la bisabuela, Coca es mi madre y Coca es, o fue, mi hermana, todas Concepción. Y bueno, Cony rompe con esa cadena, quizá era tiempo.
Mi hermana Cony estudió actuaría en la UNAM, pero siempre tuvo el gusto por las artes en general y por la pintura en particular. Las matemáticas, las artes y la filosofía son tres subconjuntos que tiene elementos en común, se tocan en los extremos.
Cony ha tomado clases, ha dado clases y ha pintado desde hace muchos años. Hasta la fecha sigue pintando y según yo, quizá una opinión sesgada por el cariño que le tengo, cada día pinta mejor. Y para muestra baste, no un botón, sino un diente de león (y una libélula, aunque no rime).

martes, 16 de junio de 2009

Tía Carlota

Tenías ese gen locuaz, que desconozco si a la familia nos viene del lado Morales, o importado desde Locarno, hasta donde fuiste a buscar y, aparentemente, descubriste los orígenes de tu amado papacito Capistrán. Locarno, de donde según tú, obtuvimos ese pequeño porcentaje de sangre europea, “la colita de Capistrani” que, orgullosa, nos atribuías a tus sobrinos y sobrinas.
Quizá ese mismo gen te hizo pintora y pianista, una maestra de más de una generación de poblanos en ambas disciplinas. Alumnos y alumnas llenaron por años las diferentes casas en las que habitaste, donde la sala-comedor siempre estaba convertida en estudio, llena de caballetes y con un viejo piano como protagonista principal.
Manejabas tu auto por las calles de Puebla tal y como manejabas tu vida y tus relaciones interpersonales; de prisa, sin miramientos, directa, sin tacto. Y fuiste el terror de los agentes de tránsito. Como lo fuiste también de alumnos, taxistas, de las novias y los amigos de tus sobrinos y de alguno que otro desconocido que te encontrabas en tu camino. Y sin embargo, quienes de verdad te conocíamos sabíamos que en el fondo de esa dama de hierro estaba “Carlotita”, un ser humano más bueno que el pan, sensible, vulnerable, deseoso del amor de los demás y muy solitario.
Comías con tus "adorables sobrinos” cada lunes, sentada en un pequeño banco metálico, no en una silla, como todos los demás. Nunca entendí ese gesto del banco, el terriblemente incómodo banco, que siempre preferiste para sentarte a comer con nosotros, aun siendo una anciana de más de setenta años. Quizá fue una metáfora de la sencillez y la disciplina con la que siempre viviste.
Navegaste por la vida como un personaje de novela. Todos quienes te conocimos tenemos una anécdota que platicar de algún encuentro con "la tía Carlota". No todas deben ser agradables, pero así eras tú, dejabas una huella en todo aquel que te conocía. En mí dejaste más de una huella. En los atardeceres, justo antes de caer la noche viene a mi mente la frase “todavía hay luz de Dios”, la cual te escuché decir varias veces. Y también te haces presente en mí cada vez que interrogo a uno de mis hijos para conocer el árbol genealógico de algún amigo, cuando le digo a Laura “¿cuáles son los apellidos? los nombres no me sirven”. Quiero saber los linajes, la ascendencia familiar. Me frustra, tal y como a tí te frustraba, no conocer a la familia de las personas que entran a mi vida o la de mi familia.
Con más de ochenta años encima, ese gen locuaz por fin empezó a vencerte. Saludabas al recién llegado en forma seca y preguntabas ¿y tú quién eres? Cuando te mencionábamos nuestro nombre, después de unos segundos, aparecía en tus ojos un relámpago de lucidez y sonreías. Paradójicamente, unos minutos después eras capaz de platicar con lujo de detalle alguna anécdota de tu niñez, allá en Soledad de Doblado, la tierra que algún día te vio partir.
Mis padres cuidaron de ti, como han cuidado de todo el que se deje, hasta el día de tu muerte. El día de tu entierro, la tía Martha Hesperia me observaba insistentemente y casi al finalizar la ingrata faena se me acercó y me dijo: “te estaba observando y me parecía que estaba viendo al abuelo Enrique en persona. Eres idéntico a él”. No recuerdo que contesté, y no sé si la lágrima que derramé era propia, la de tu sobrino, o la de ese otro, tu papá Enrique, quien te daba la bienvenida a tu nuevo estudio.

lunes, 8 de junio de 2009

Lezama Lima

El maestro cubano José Lezama Lima fue ante todo un poeta y ensayista, pero dejó entre sus obras dos novelas de tal calidad que ya pueden ser consideradas como clásicos de la lengua castellana. Se trata de “Paradiso” y de “Oppiano Licario”. Lezama Lima fue un escritor ambicioso. Tenía el talento suficiente como para ello. Se propuso crear un sistema poético del universo que algún día llegara a sustituir a las religiones; como solía decir un estimado amigo: “échense ese trompo a la uña”.
Ayer empecé a leer “Paradiso”, una obra considerada por los estudiosos una novela-poema más que una simple novela. Tal vez cometí una imprudencia. Me metí a una selva de una espesura y verdor inesperados. Lo peor es que me metí con ropa de calle y zapatos. Ahora que no me he alejado mucho, creo que es mejor regresar -si es que encuentro el camino de vuelta- y entrar por segunda ocasión a este sitio salvaje equipado con un machete de buen tamaño, botas, mochila y GPS. La belleza de esta selva es impresionante, pero más vale ir preparados porque no es un lugar para principiantes. Junto a este “Paradiso” del poeta cubano, el pueblo de Macondo y sus alrededores son un paseo de fin de semana para boy scouts. Y que no se mal interprete, la obra del Gabo es fenomenal, un pilar de la literatura en lengua castellana, pero “Paradiso” es un reto a muerte con el lector. Y mientras escribo estas líneas he aceptado el reto. Si no regreso en dos o tres semanas ya no me busquen. Considérenme como un expedicionario más perdido en el sistema poético del universo Lezamiano.

viernes, 5 de junio de 2009

Vidas paralelas

¿Todavía no termino de llegar o no he empezado a partir? De lunes a viernes once horas de oficina, dos horas de lectura en un cuarto de dos por tres metros cuadrados y ocho horas de tentavivas de sueño. Sábado y domingo de familia; esposo, padre, hijo, hermano, amo. Dos realidades paralelas, lejanas una de la otra. Enmedio el abismo. Siempre con la odiosa maleta en mano, el yugo del condenado. La única compañera del errante irredento que intenta conciliar lo inconciliable, que admira y envidia el estoicismo de sus pares, mientras se derrumba inexorablemente.

martes, 2 de junio de 2009

El Golem de Scholem (y de Borges)

Jorge Luis Borges fue un entusiasta lector de los temas relacionados con la cábala judía. “El Golem” es un poema, sólo un ejemplo, que refleja esta fascinación que sentía Borges por la cábala y por los seres mitológicos.
En la mitología judía el Golem es un ser animado creado a partir de materia inanimada. ¿Alguna conexión con el Frankenstein de Mary Shelley? El título de la novela de Shelley nos dice que la autora se inspiró en el mito griego de Prometeo, no en la mitología judía del Golem. Pero de acuerdo a la definición judía, la criatura del Dr. Frankenstein, es un Golem. ¿Es Adán, en el Génesis, un Golem? Fue creado de barro, así que al menos por un momento Adán es un Golem, pero deja de serlo tras el soplo divino de su Creador, porque un Golem no tiene alma y no habla. Así que, ¿cuál opción le gusta más?, ¿somos un primate evolucionado o descendientes de un idiota de barro?, usted elija.
Para los interesados en el tema del Golem, una lectura obligada es la obra del famoso místico y cabalista judío Gershom Scholem, “La Cábala y su simbolismo”. De acuerdo a este autor, el Golem aparece cada 33 años, en una ventana de una habitación sin acceso, la cual se ubica en lo que fue un gueto judío, en Praga. Esta obra de Scholem es la que fascina a Borges y lo mueve a escribir su poema.
El Golem es también el título de una gran novela de Gustav Meyrink. Por supuesto el tema es sobre la leyenda judía, un ser creado de materia inanimada y la ciudad de Praga. Si mal no recuerdo, el ejemplar del libro de Meyrink que tengo en mi intento de biblioteca es una herencia de Gabo, que hace poco más de un año llegó a la casa como Santaclós cargado de muy buenos libros para ponerlos en adopción.
De regreso a Borges y su poema, se dice que los primeros versos de “El Golem” son la clave del nombre de la novela de Umberco Eco “El nombre de la Rosa”, pero es sólo una de varias versiones. Como buen semiólogo, Eco nos dejó varias claves por descifrar en su novela, empezando por el título.
Finalmente, el griego al que se refiere Borges en su poema es Platón -diálogo entre Crátilo y Hermógenes- en donde Crátilo afirma: “El que conoce los nombres conoce también las cosas”.

El Golem
Si (como el griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.

Si el tema es de su interés, pueden buscar el resto del poema. A diferencia del Golem, los libros de Borges se encuentran en habitaciones de fácil acceso.

viernes, 29 de mayo de 2009

¿Todo bien?

Don Roberto es un norteño típico. Nacido al norte de Tamaulipas y habiendo vivido más de tres décadas en Monterrey, no se podría esperar otra cosa. Su acento es inconfundible y su abierta franqueza es también muy norteña. Me lo encontré hace un par de días. Después de una corta plática, a modo de despedida me dijo:
-No descuide su salud pelao
-No, claro que no don Roberto
-¿Qué edad tienen sus hijos?
-Quince y doce años
-Pos todavía tiene mucha chamba por delante, no puede fallar
-Si, yo lo sé don Roberto
-O qué ¿no quiere llegar a ser abuelo?
-Claro que si, me encantaría
-Bueno, pos entonces no se descuide, no se mal pase pelao
-No, no
-Se lo digo en buen plan, no ande descuidando su salud
-Si yo se y se lo agradezco, hasta luego don Roberto.
Creo que le llaman inteligencia emocional. En ese terreno está claro que soy un verdadero pendejo. ¿Por qué no le pregunté a mi interlocutor en ese momento a qué se debía su aparente preocupación por mi salud? Eso era lo lógico, lo inteligente -emocionalmente hablando- ¿o no? Pero no lo hice. Tenía prisa, fui cortés en lugar de ser asertivo, le di el avión. Y aquí me tienen desde hace 48 horas viéndome al espejo a ver qué carajo fue lo que don Roberto me vio mal como para hacer tales recomendaciones. ¿Estoy más ojeroso?, ¿más gordo?, ¿o quizá más flaco? no, no creo, ¿manchas en la cara? ¡Ya se! cansado, seguro sólo me vio cansado. Pero ¿y si no fue eso?...
Don Roberto será muy franco, pero qué poca madre, esto no se le hace a un hipocondríaco.

Las flores del cerezo


One apple a day keeps the doctor away. Escuché esta frase cuando viví en los Estados Unidos –de Norteamérica-. Cuando la vida me trajo a empujones a la ciudad de México, se volvió una costumbre el que Laura incluyera en mi equipaje una bolsa con cinco manzanas. Y costumbre también se hizo el que me coma una manzana a media mañana en la oficina. Seis años de ese ritual. “La rana” me preguntó un día a que se debía esa afición por las manzanas y me respuesta fue “one apple a day keeps the doctor away”. Me puso de apodo manzana-man y cada mañana, cuando paso frente a su lugar rumbo a la cocineta a lavar mi manzana, lanza su acostumbrado saludo, ¡manzana-man! y de vez en cuando yo le reviro "one apple a day...".
Ayer fui a ver la película “Las flores del cerezo” (título original Kirschblüten Hanami). Una de las primeras líneas de la película, y la frase que más se repite, es justamente “one apple a day…”. Esto me hizo sentir inmediata familiaridad con la película -a pesar de que iba solo, estoy seguro que se dibujó en mi rostro una sonrisa idiota-. Una frase que quizá es la menos relevante en la historia. Una historia de muerte y redención, principalmente. Pero también una historia de amor, una historia del desencuentro entre padres e hijos, una historia con muchas vetas que explotar.
No soy crítico de cine -como si hiciera falta aclararlo-. Sólo tomé un curso de teoría cinematográfica en mis estudios de licenciatura y gracias a ello conozco lo que es un paneo, un travel, un plano secuencia, una cámara subjetiva. En la típica película de Hollywood, las tomas son cada vez más falseadas y siempre con un acabado digital –y en donde el colmo de lo “fake” es la famosa pantalla verde, como en la película “300”-. A diferencia de ello, en “Las flores del cerezo” las tomas más bellas están logradas con una simple toma fija. Una cámara sobre un trípode. Es el regreso a la belleza de la simplicidad. Estéticamente no se puede pedir más. La fotografía de la película es espectacular. Visualmente un deleite. Lo mismo sucede con el guión. No hay palabras de sobra. No hay necesidad de largos y complicados diálogos cuando tienes buenos actores, una gran historia en las manos y una gran directora (Doris Dörrie). Los gestos, los silencios, los movimientos corporales te hacen vibrar.
En el siempre dinámico “top ten” de mis películas favoritas -unas entran, otras van dejando paso a las incorporaciones- “Las flores del cerezo”, por lo pronto, se ha ganado un lugar. Vamos a ver por cuanto tiempo.

miércoles, 27 de mayo de 2009

El cabrón y la santa

La centralización abarca casi todos los ámbitos de la vida de nuestro país. Una de las caras de ese centralismo se expresa en el terreno laboral y, a lo largo de los años, millones de mexicanos hemos emigrado a la ciudad de México debido a este problema. Las oportunidades de trabajo están en el caótico distrito federal. Debería haberlas en nuestro lugar de origen, pero no es así.
En la vida cultural el fenómeno no es diferente. Si eres un creador y quieres existir, las becas, los trabajos, los foros, los contactos, los museos, están en la ciudad de México. Afortunadamente, algunos valientes se resisten a ese gran imán que representa el centro del país y deciden llevar a cabo su labor creativa desde sus lugares de origen. En el terreno literario, el norte de la república tiene varios escritores que están destacando.
Daniel Sada es uno de ellos. Sada nació en Mexicali, Baja California y aunque estudió en la ciudad de México, podemos ubicarlo como un foráneo, tanto a él como a su obra, que tiene como contexto principal el desierto del norte de la República Mexicana.
El genial escritor chileno Roberto Bolaño describió a Sada como un escritor barroco que está revolucionando la literatura mexicana. Las obras más conocidas de Sada son las novelas “Porque parece mentira la verdad nunca se sabe” y “Casi nunca”. Recientemente terminé de leer esta última novela. No me gusta el barroco, pero disfruté mucho la obra y, efectivamente, el estilo de Sada no se parece al de ningún autor mexicano que haya leído.
Hace un par de años, por motivos de trabajo, visité Parras, Coahuila. El viaje en avión a Torreón no tuvo mayor gracia. Pero en el aeropuerto de Torreón me esperaba un auto con chofer de la empresa a la que visitaba. Y durante el viaje de Torreón a Parras el paisaje fue el protagonista. ¡Que paisaje! No es un paisaje hermoso, es un paisaje imponente. A los lados de una carretera todavía en construcción observas enormes valles de tierras áridas. Algunas cadenas de cerros sin vegetación, de poca altura, de filosas cumbres. Es el típico paisaje en donde te imaginas que vas a encontrar un auto averiado con un pasajero del cual sólo queda un esqueleto. Así, como de película. Después de unos minutos te das cuenta de que a pesar de que la carretera es una línea recta interminable, bien podrías estar avanzando en círculos, porque el paisaje es idéntico durante más de dos horas. Sin carreteras, sin mapas o brújulas es un lugar perfecto para perderse.
Finalmente, después de casi tres horas de monotonía, llegas a un oasis que se llama Parras. Al llegar, el paisaje se torna color verde. Se pueden ver árboles, vegetación, ¡un poco de vida! Se pueden ver incluso viñedos, cortesía de casa Madero. Parras es un respiro ante un paisaje que intenta volverte loco. De acuerdo a lo que me explicaba el chofer, Parras está casi a la mitad de camino entre Torreón y Saltillo. Ese es Parras, un oasis entre dos ciudades. Durante poco más de un día que duró mi visita me sentí en el medio de la nada, con todo respeto a la gente de Parras.
La mayor parte de la novela “Casi nunca” se desarrolla en esa zona del país, pero la historia se sitúa a mediados del siglo pasado. Gracias a mi reciente viaje a Parras, la lectura de la novela de Sada resultó vívida, ya que fácilmente pude recrear el contexto, el paisaje, el calor sofocante, la arena, los eternos viajes sobre caminos infames en los que se mueven los personajes. Si para mí resultó toda una aventura este viaje a Parras, en un auto moderno, con aire acondicionado y sobre una carretera decente, recorrer aquellos pueblos de Coahuila en la década de los años cincuenta debe haber sido propio de héroes o de idiotas.
No contaré la trama de la novela "Casi nunca", pero empecé comentando que la obra de Sada es todo menos centralista. La trama es interesante, divertida, y muy provinciana. Me acordé de una plática de orientación sexual en la preparatoria, en la que un sacerdote jesuita, de cuyo nombre no puedo acordarme, nos decía que el típico matrimonio provinciano en México requería de un cabrón y una santa. Bien podría ser este un título alternativo a la gran novela de Daniel Sada.

jueves, 21 de mayo de 2009

Gracias por los versos

“The truth is rarely pure and never simple”
Oscar Wilde

De acuerdo al crítico literario Christopher Domínguez Michael, la obra del escritor Hermann Hesse está inspirada en la adolescencia del ser humano. Típicamente, Hesse se lee en la adolescencia y al releerse te remite nuevamente a esa etapa de la vida. Temática y cronológicamente -como lector- Hesse representa la adolescencia. Evidentemente, estoy simplificando al máximo el interesante texto de Christopher Domínguez, pero ese es el punto.
El día de ayer el canal 22 transmitió una entrevista con Mario Benedetti. La entrevista se llevó a cabo hace unos diez años, la retransmisión fue por razones obvias. El refrán dice algo así como “Si quieres conocer tus defectos, cásate. Si quieres conocer tus virtudes, muérete”. Y si no dice así, así me gusta a mí.
Las preguntas de la entrevista, con un chocante cuidado teatral y un maquillaje perfecto como de diva del cine, corrieron a cargo de Silvia Lemus. Benedetti habló de todo, empezando por la política. Don Mario dijo que aunque en Latinoamérica se habían acabado las dictaduras, esta zona todavía padecía la dictadura del neoliberalismo. Afirmó que aunque, “aparentemente” había democracia en los países de Latinoamérica, en realidad quienes gobernaban la zona eran el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y que nadie había votado por los presidentes de estos organismos. Dijo que los tiempos de esperanza que vivió la zona fueron el triunfo de la revolución cubana y de la revolución sandinista. Todo esto dijo Benedetti, pero bien lo hubiera podido recitar de memoria un estudiante de preparatoria de cualquier universidad pública. La diferencia es que en la fecha de la entrevista Mario Benedetti debió tener cerca de ochenta años de edad.
Antes de finalizar la entrevista, de pronto y sin previo aviso, mi cama se convirtió en máquina del tiempo. Viajé al pasado, a mis años de juventud, de estudiante de preparatoria, a mediados de los años ochenta. Los años de la revolución sandinista, la revolución en El Salvador. Mi educación jesuita hacía sus efectos y me ilusionaba la idea de un mundo mejor. Y si la vía de las armas era la opción, ¡qué mejor! No había opción más romántica, más digna de morir. Reviví mi indignación por el regaño de Karol Wojtyla a Ernesto Cardenal, en público, en pleno Aeropuerto de Nicaragua. En ese significativo acto se acabo mi relación con la iglesia del Vaticano, -la puta de Babilonia, le llama Fernando Vallejo-.
Entonces llegó lo inevitable. Recordé intensamente las páginas de “Primavera con una esquina rota”, de “Gracias por el fuego”. Vinieron a mi mente los versos de decenas de poemas que me enamoraron y que me ayudaron a enamorar. Recordé a Benedetti como el compañero de lucha, como el maestro, como el idealizado escritor. La química cerebral es poderosa, unas lágrimas se asomaron tímidamente en mis ojos. De acuerdo al texto “Instrucciones para llorar” de Julio Cortázar, lo estaba haciendo muy mal, así que me contuve.
Finalmente mi cama aterrizó abruptamente. ¡Vaya viaje! Y sin ayuda de nada. Con el mismo enfoque del texto de Domínguez Michael, me permito establecer que Benedetti es el escritor de la juventud temprana, de la rebeldía, del sueño revolucionario. Leerlo es propio del joven de la preparatoria y de los primeros años de la universidad. Releerlo te llevará irremediablemente a esa etapa de la vida post-adolescente, de sueños de igualdad, de desobediencia ante las figuras de autoridad. La obra literaria de Benedetti no superó la dictadura, no rebasó el exilio, no traspasó la tortura, no evolucionó. De vuelta a la entrevista, cuando Lemus le pregunta en qué está trabajando, Benedetti le responde, en los albores del nuevo milenio, que está escribiendo una novela cuyo personaje es un Uruguayo de clase media en los años setenta, que es apresado y torturado... deja vu. Así que después de Julio Verne y Salgari, vendrá Hesse e inmediatamente después, vendrá Benedetti para el joven lleno de espinillas e ideales y ahí quedará, cada vez más lejos del lector que intenta crecer.
Y está bien, habrá quien vea méritos en la congruencia ideológica del viejo Benedetti, pero yo soy más devoto de la evolución constante, de la duda metódica de toda ideología y creencia. Me hará feliz encontrarme en mi lecho de muerte con la idea de que he vivido equivocado en casi todo y con la convicción de que La Verdad, no existe. Le doy gracias a Benedetti por las palabras que me hicieron soñar y enamorarme. Por prestarme sus versos para acelerar el corazón de la enamorada en turno. Le doy las gracias por las tardes y las noches de apasionada lectura. Pero eso fue hace años, hace muchos años.

martes, 19 de mayo de 2009

No, no es una historia de amor (convencional)

Durante poco más de seis años fui profesor de temas financieros, primero en la Universidad Iberoamericana y después en la UDLA-Puebla. Más allá de las finanzas, yo siempre recomendaba a mis alumnos algunos libros; novelas básicamente. Intentaba, casi siempre en vano, fomentar el hábito de la lectura entre estos jóvenes.
Me parece que entre los doce y los veinte años es la etapa en la que nos hacemos de nuestros vicios, buenos o malos. El cigarro, el alcohol, la lectura, entre otros. De estos tres ejemplos no se cuál de los tres es el mejor, pero yo fomentaba la lectura, aunque estoy consciente de que un lector no es necesariamente mejor persona que un analfabeta. La historia nos ha dado grandes asesinos ilustrados, amantes de la lectura, así como a santos y mártires que apenas sabían leer. Pero así es esto de los vicios. Un alcohólico invita a sus amigos a tomar. Yo invitaba a mis alumnos a leer.
Un semestre me topé con una alumna, que además de ser brillante, académicamente hablando, era una gran lectora. Mis recomendaciones literarias normalmente ya habían sido leídas por mi alumna. El que al final de la clase apuntaba nuevos títulos y nombres de autores era yo. Siempre se aprende más como profesor que como alumno. Algún día, mi alumna me comentó que su libro favorito era “El maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov –Ucraniano de origen, ciudadano de la Unión Soviética por caprichos de la historia-. Algunos años antes había escuchado sobre este libro, pero era en realidad una obra lejana para mí. No figuraba en absoluto en mi lista de prioridades de lectura. Pero mi alumna me habló con vehemencia de esta obra y su entusiasmó terminó por moverme, de modo que en cuanto pude compré el libro y lo leí.
En general, “El maestro y Margarita” es un libro que no admite medias tintas. Una de dos: dejas la lectura a medias, totalmente aburrido y odiando el libro, ó: terminas rápidamente el libro, en un estado parecido al Síndrome de Stendhal. Para los que quedamos encasillados en la segunda categoría el libro se convierte en una obra de culto. Un libro que siempre invita a releerse, especialmente ciertos capítulos.
Debo decir que el libro no es apto para todo público. El autor, entre otras licencias creativas que se otorga, da una versión muy original de los últimos días de Jesús en la tierra. Para el autor, Jesús no es más que un predicador más del desierto. La conversación de Jesús con Pilatos y el desenlace de esta plática son una pieza importante de la trama del libro -y literariamente una obra de arte-, pero es también una blasfemia. En un planeta con millones de cristianos me parece pertinente hacer esta aclaración, para que nadie se sienta ofendido.
Para terminar de escandalizar a algunos de mis pocos lectores, debo hacer un apunte que hace de puente entre la literatura y la música. Mick Jagger de la banda de música The Rolling Stones escribió la canción “Sympathy for the Devil” después de leer este libro. Yo no soy un fanático de “Los Stones”, pero debo decir que “Sympathy…”, es, junto con “Ruby Tuesday” y “She’s a rainbow”, una de las pocas canciones que me gustan de este grupo.
En una ocasión, en un arranque de frustración, desesperación, o una combinación de ambas, Bulgákov, que sentía el asedio del régimen y padecía la censura como autor, quemó varios capítulos de su novela. Afortunadamente, el autor tuvo el valor de escribirlos nuevamente, casi de memoria un tiempo después. De ahí una de las frases más famosas del libro: “Los manuscritos no arden”. Bulgákov murió en 1940 cuando todavía trabajaba en las últimas correcciones de su obra. “El maestro y Margarita” se publicó como libro completo unos treinta años después de la muerte de Bulgákov, escondida todo este tiempo de las manos de los censores del régimen soviético.
Existen miles de libros y cada lector forja su propia ruta. Que no se tome a recomendación este breve texto salpicado de mi entusiasmo de aprendiz de lector. Es tan sólo una anécdota de vida que felizmente involucra a dos personas y un libro. Por cierto, el nombre de aquella alumna que me habló del libro es Margarita.

viernes, 15 de mayo de 2009

Marlboro Marine


El hombre de la foto se llama James Blake Miller. El hombre detrás de la cámara se llama Luis Sinco. La foto fue un punto de inflexión en la vida de ambos. Esta foto cambió y unió sus vidas en una forma que jamás imaginaron.
Según describe el propio Sinco, reportero de guerra, la foto la tomó después de un asalto en Falluja, Irak, tras la noche de un feroz combate. Luis Sinco pensó muchas veces que esa noche moriría. En algún momento durante el caos de la batalla, Sinco encontró un pequeño refugio y se quedó ahí por el resto de la batalla. Al amanecer el fuego había terminado, el fotógrafo salió de su escondite y se encontró con el Marine.
Miller, estaba totalmente sordo por la metralla de toda la noche, con la cara cubierta de pintura de combate y de sangre propia y ajena, aun sin saber si la batalla había terminado. Pidió un cigarro a Sinco. Mientras Miller empezaba a fumar su cigarro Sinco le tomó la foto.
Esa misma tarde Luis Sinco envió 11 fotografías al periódico para el que trabajaba, la última de esas fotos era la de Miller con su cigarro. La añadió en el último momento, pensó que sus editores no la encontrarían interesante.
Cuando el fotógrafo le llamó a su esposa al otro día por teléfono satelital para informarle que estaba bien, se enteró que la foto del Marine Miller, su foto, había sido la portada de aquel día en más de 150 periódicos a nivel nacional y estaba en todos los noticieros de la televisión. El fotógrafo no conocía ni el nombre de ese muchacho de 20 años al que acababa de convertir en una celebridad y que al mismo tiempo significó un brinco enorme en su carrera profesional como periodista. La foto de Luis Sinco fue finalista en los premio Pulitzer.
Al más puro estilo norteamericáno, el Marine Miller se convirtió en un héroe temporal, mientras los medios de comunicación pudieron "explotar" su historia. El presidente de su país le envió varios paquetes de cigarrillos y miles de ciudadanos le enviaron cartas y regalos. El Pentágono le ofreció regresar a casa. Era un personaje, politícamente hablando, demasiado valioso para dejarlo morir en batalla. Miller no aceptó regresar. Pensaba que era injusto dejar atrás a sus compañeros de batalla. Pensaba que en realidad él no había hecho nada especial. Nada diferente a sus compañeros.
Su lealtad fue pagada no sólo con más sangre y horror, ya que participó en el asalto a Falluja que causó la muerte de 150 soldados y 450 heridos del lado americano, sino con el completo olvido por parte de los medios de comunicación y del pueblo norteamericano. Todos estaban ya sintonizados en la siguiente historia rentable. Miller ya no era noticia. Era solo uno más de miles de jóvenes, de EUA y de Irak, que morían absurdamente, fruto de una mentira montada por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos de América.
Miller, de vuelta en casa, padece del síndrome post-trauma de la guerra y se ha convertido en un alcohólico. Una persona en la que nadie confía en su propio pueblo natal. Despreciado por la misma sociedad que por unos días lo convirtió en su héroe.
Y el periodista que cubría una historia en Irak, que sólo cumplía con su trabajo, terminó totalmente inmerso en la historia, en la nota que él mismo creó. Luis Sinco tuvo que cruzar esa línea de la objetividad del periodista y, por humanidad, convertirse en el único amigo de Miller. El amigo que intenta rescatar de la batalla los despojos del Marlboro Marine.
Para los interesados en la historia completa pueden ver el siguiente enlace:

Two lives blurred together by a photo


jueves, 14 de mayo de 2009

¿Qué podrá ser?

¿Qué será lo que corroe mi mente estos últimos días? creo que tiene que ver con el viaje a Happyworld. Difícil vivir con esta sensación de que algo te come vivo. Humm...

miércoles, 13 de mayo de 2009

Plegaria del insomne

El término en inglés es "snap". Parece cerca pero ¿qué tan cerca? Los últimos días son una caída en barrena. No duermo, el cansancio es fuerte, pero el sueño no llega. Vacaciones, ¿no debería estar todo en su lugar? No, ése es el problema. Vivo los días como un condenado a muerte. La ansiedad crece conforme se acerca lo inevitable. "Dead man walking", ¿no es ése el título de una película? ¿Sean Penn, Susan Sarandon? Creo que sí. Que bien me describe en estos momentos.
La ansiedad propia de Adán que ya se ve expulsado del paraíso, en este caso, sin Eva. El destino me tenía guardada una constante repetición de la versión mejorada de este pasaje del Génesis.
Y del mito de Sísifo, claro. El héroe ciego llevando a cabo diligentemente su inútil tarea, una, dos veces, mil veces, toda tu vida. La enorme piedra vuelve a caer al pie de la montaña. Esfuerzo carente de sentido. Albert Camus tiene un buen punto. Sólo hay un problema filosófico fundamental.
Pastilla uno, pastillado dos, pastilla tres... no duermo. El cansancio y la ansiedad pasean de la mano por mi vida, como cómplices despiadadas que juegan con mi mente. Algo suena en mi cabeza como esa larga nota de la canción "A day in the Life", de los Beatles. La nota más larga en la historia de la música.
¿Un "snap"? Creo que no. Algunas ventajas tiene la mediocridad, vivir en el promedio. Ayer fueron dos, quizá esta noche puedan ser cuatro horas de sueño. Joder, ¿cuántos días quedan?