jueves, 21 de enero de 2010

De pelis

Recientemente leí en la revista electrónica de Letras Libres, específicamente en su blog de cine, un entretenido artículo respecto a las mejores películas de la década pasada. Si, aunque una década es eso, una década sin importar cuándo empieza y cuándo termina, a los seres humanos nos gustan las cosas más fáciles. Por ello, se considera que en 2009 se cerró una década que empezó con el año 2000. Regreso al tema que me ocupa. El artículo consiste en la opinión de varios conocedores de la industria del cine respecto a su elección como película de la década. Siempre será subjetivo este tipo de ejercicios, pero no dejan de ser interesantes. Interesante es que para uno de estos “jurados” la mejor película de la época sea UP de Pixar. En mis tiempos, los conocedores de cine votaban por alguna aburridísima película Checa que habían visto en algún festival en La Habana. Este mismo sujeto opinó que Wall-E, también de Pixar, tiene mención honorífica en las películas de la década. ¿Tiene ocho años este votante? No lo creo. Las dos películas que menciona son buenas películas, pero el resto de los jurados se le fueron a la yugular por elegir películas animadas. Otro jurado eligió 25th Hour, de Spike Lee. También fue criticado pero otro jurado le reconoció su valentía por haber elegido dicha película. ¿Valentía? No he visto la película, pero valentía se necesita para chutarse una película de los hermanos Ahumada (los hermanos Almohada). Tuvieron menciones en esta selecta lista películas como Amores perros, Hedwig and the Angry Inc, Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Hable con ella, La vida de los otros (Das Leben der anderen) y The Departed.
Mientras escribo estas líneas intento decantarme por una película que, en mi opinión, merezca el título de “película de la década”. Es terriblemente complicado. Sería injusto mencionar sólo una. Pero además me resulta increíblemente difícil seleccionar tres… cinco títulos. ¿Puedo mencionar diez?

Me parece muy propia la pregunta de uno de los involucrados en el ejercicio de Letras Libres. Si una persona hubiera despertado ayer de un estado de coma de diez años ¿qué película la llevaría a ver? Así que, como preguntaban en aquellos viejos programas de radio, ¿usted por quién votaaaa?

jueves, 14 de enero de 2010

Modas

Siempre he desconfiado de las modas. Pero claro, me he dejado arrastrar de vez en cuando por algunas de ellas; vamos no soy un anacoreta. Sin embargo, aun cuando sucumbo ante las modas, la desconfianza sigue ahí, escondida, algo tímida, pero siempre presente.
Hace unos pocos años que, al menos en México, empezó una moda por ¿cómo decirlo?... un revoltijo, un mazacote en el que van inmersos, entre otros, los siguientes elementos: trivialización de la metafísica, filosofía oriental barata, medicina alternativa de dudosa procedencia y una nueva generación de profetas, iluminados y sanadores milagrosos (sana, sana colita de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana). Tras de todo ello, las masas. Temo y desprecio a las masas, decía Toqueville. No le faltarían razones.
Un conocido me habla maravillas de un profeta, un maestro. Cuando investigo un poco acerca de este personaje me entero que en vida tuvo una colección de más de noventa autos de marca Rolls-Royce. Mi conocido lo considera un maestro y yo estoy de acuerdo. La diferencia es sólo de enfoque. Mi conocido, el chavo del Osho, considera a este persona un guía espiritual. Yo pienso que era un genio de la mercadotecnia y que, en todo caso, podría haber sido mi consejero en materia financiera. Lástima que ya se nos murió.
Cuando le manifesté mis dolencias a otro conocido me recomendó la flores de bach. Asistí a consulta con un iluminado. Tocata y fuga; de Bach me quedo con la música, no con las flores. Este "iluminado" me cobró más caro que un neurocirujano y no me curó de nada.
Cuando otro amigo se enteró de mis males, me dijo sin dudarlo que tenía que ir con su maestro para que alineara mis chakras. Presa de la desconfianza y para salir del paso, le pregunté a esta persona si la palabra "chakra" era en hindú el equivalente de chancro, porque de otro modo no estaba interesado. Creo que perdí su amistad para siempre.
Mi amigo, el chavo del Osho, me dice que el secreto para no enfermar consiste en pensar correctamente. Todas las enfermedades nos las provocamos nosotros mismos, me informa mi amigo. "¿Incluso el cáncer?" pregunto incrédulo. "Especialmente el cáncer, es puro odio y rencor guardado en tu ser". Joder, el premio Nobel de medicina ya debe tener dueño para este año, o quizá el próximo. Y ya ni hablar del reiki, de las constelaciones familiares y de tantas otras técnicas de moda que han llegado para acabar con la infelicidad de la gente, aunque sea a costa de incrementar su imbecilidad.
La nueva masa de católicos-newage, apostólicos-chamanes y romano-orientales, también son fieles creyentes de algo que algún iluminado descubrió recientemente. Se llama ley de la atracción. Y no, no tiene mucho que ver con Isaac Newton. En términos muy simples, de acuerdo a esta ley, aquello en lo que más piensas es lo que atraes a tu vida. Una actitud positiva es prácticamente suficiente para atraer cosas buenas a tu vida. Así que ya lo sabe; aunque la mierda le llegue al cuello, no pierda esa linda sonrisa, no sea pendejo. ¿Acaso se quiere morir de cancer?

sábado, 2 de enero de 2010

2009

Asumir que hace unos días se terminó un año y comenzó otro es relativo, culturalmente hablando. Esto del "año nuevo" es cierto apenas para un tercio de los seres humanos sobre este planeta. El año nuevo Judío, el año nuevo Musulmán y el año nuevo Chino son en otra fecha distinta a la que celebramos en las culturas occidentales (con calendario gregoriano) nuestro año nuevo.
Pero yo no soy Judío, ni Musulmán y, aunque tengo el pelo chino, no sigo el calendario de los Chinos. Así que algún calendario tengo que tomar para hacer un balance en la vida. De modo que para mí, hace unos tres días se cerró un año y comenzó otro.
El año que recién terminó fue muy intenso. Pero no pienso aburrirles con mi vida personal. Me centraré en mi experiencia como lector. El año 2009 significa el año en el que, por fin, crecí como lector. Creo que ese es un buen resumen del año: crecimiento como lector.
"Los demasiados libros" se llama un libro de Gabriel Zaid en el que da cuenta de la gigantesca producción editorial de cada año y de la imposibilidad de seguir el paso a esta maquinaria que no para de vomitar libros. La oferta es monumental y el tiempo disponible es limitado. ¿Cómo invertir el tiempo limitado que tenemos para obtener un buen rendimiento? ¿Qué es lo que vale la pena leer? Probablemente la mayoría de los lectores quedan perdidos en esta selva de libros. Los que no se pierden, eventualmente, encuentran su propio camino. Otros muchos se concretan a seguir la senda que les marcan llamativas flechas de luz de neón que conducen al aburrido camino de "los más vendidos"; sin duda una puerta falsa.
El año pasado he leído alrededor de 35 libros, pero la cantidad es sólo anecdótica, lo importante es que me parece haber encontrado algunas pistas que llevan a las respuestas de las preguntas antes enunciadas. Sería demasiado presuntuoso de mi parte hacer cualquier recomendación al respecto, pero, en mi caso, he dado con una obviedad; el tiempo ayuda a peinar el terreno. El tiempo es el único que no se equivoca. ¿Un método demasiado conservador? Seguramente, pero a mi edad no me puedo dar el lujo de perder demasiado tiempo. Tendré que caminar sobre la senda más frecuentada, la más segura, la de más fácil acceso. Algunas veces me apartaré del camino para explorar nuevos terrenos, pero, en general, intentaré perseverar en la senda de los clásicos.