jueves, 30 de julio de 2009

Carta a Mariana

Esta carta la escribí al día siguiente de la operación de Mariana. Entonces no sabía que tendrían que pasar varios días -días de angustiosa espera- antes de que ella pudiera escucharla en voz de Gaby.

En estos días, con tu problema de salud, me tropecé con dos viejos conocidos en mi vida, a los cuales tenía mucho tiempo de no frecuentar: las lágrimas y los rezos. Como todos, aprendí a llorar cuando nací y poco a poco fui perdiendo el hábito. En cuanto a los rezos, Coca y Ray se encargaron de que aprendiera a hacerlo bien, tú sabes que esa parte se la tomaron muy en serio. Con el paso del tiempo fui perdiendo ese par de muletas. Sin embargo, con esta noticia respecto a tu salud, he tenido que echar mano de aquellos viejos conocidos, porque ha sido demasiado fuerte para mí ver y no entender lo que te ocurría.
Con todo esto he confirmado que los hijos de mis hermanos, y mira que tú fuiste la primera en esa categoría, me hacen muy feliz con sus alegrías, me enorgullecen con sus logros y me preocupan con sus problemas –ya sabes, como buen López Calva me preocupo fácilmente-. Todo esto de una manera muy intensa.
Y fue precisamente después de algunos días de lágrimas y rezos que me di cuenta que tú y todos los hijos de mis hermanos son más que mis sobrinos, que en realidad son medio-hijos. Ya sé, ese término no existe, pero si existen los primos-hermanos y los medios-hermanos, pues ahora yo he inventado esta categoría: media-hija ó medio-hijo. Eso describe mejor lo que siento por todos ustedes, mucho mejor que la palabra sobrino. De ahora en adelante serás mis media-hija Mariana, y también son mis medio-hijos Paulina, Daniela, Jerónimo, Diego y Emilia. Y los que lleguen más tarde.
Cambiando de tema, te quiero platicar que en medio de toda esta tormenta que fue tu repentina operación, algo muy positivo salió a flote. El amor. La tormenta arrojó al amor a las playas de esta familia. Tú no has podido darte cuenta, pero yo puedo decirte que estás rodeada del amor de muchísima gente, de toda la gente que te conoce y aun de la que no te conoce. ¿Sabes cuánta gente ha estado aquí en el hospital, cuántos más desde Puebla están al pendiente de ti, cuántos estuvieron rezando durante tu operación? ¡No lo creerías, Mariana! Una multitud, una multitud movida por el amor. Debes sentirte muy orgullosa de eso y debes tomar fuerza del amor que toda esta gente te tiene. Con muchas ganas y otro tanto de paciencia pronto estarás nuevamente en casa, rodeada de todos los que te queremos.
Te mando un beso con mucho cariño.
Tu tío Pablo.

P.D. Extraño mucho tus comentarios en este blog. Espero que te recuperes pronto para tener de regreso a una de sus lectoras más inteligentes.

miércoles, 22 de julio de 2009

Media-hija, sobrina

Quiero tomar tu lugar. Quiero tu dolor.
Quiero tomar las agujas de tus brazos para clavarlas en los míos.
Quiero arrancar el tubo que entra por tu boca y baja por tu garganta para ponerlo en mi boca.
Quiero que sea mi cuerpo el que genere el rechazo por culpa de ese intruso.
Quiero tomar tu lugar. Quiero tu ansiedad.
Quiero hacer míos tus espasmos.
Quiero llenar tus pulmones con el aire de los míos.
Quiero hacer mía tu angustia por la falta de aire.
Quiero ver tu respiración fácil, completa.
Quiero tomar tu lugar. Quiero tu incomodidad.
Quiero dejar de comer y beber.
Quiero una sonda que llegue hasta mi estómago a cambio de verte fuerte.
Quiero tomar tu lugar. Quiero tu miedos.
Quiero quitar ese herida que aun sangra en tu cerebro.
Quiero que sea mi sangre la que no deje de fluir.
Quiero rapar mi cabeza y acomodar mi cabello en la tuya para enmarcar tu hermoso rostro.
Te quiero de vuelta... quiero tomar tu lugar.

sábado, 18 de julio de 2009

Frustración, rabia, rechazo...(segunda versión)

Hace un par de días publiqué un post con este mismo título. Lo he logrado matizar, ahora que los sentimientos se han asentado un poco más. Prefiero dejar esta versión.

Nuestros más finos ejemplares siguen engordando como cerdos y muy probablemente mueran en sus camas de viejos. Me refiero a los que engañan, a los que roban, a los que matan como forma de vida, como negocio. A los que han encontrado en ello el modo de hacer crecer cada vez más sus cuentas bancarias y sus impúdicas barrigas.
Mientras tanto, una joven dulce, inteligente y comprometida, una joven que no llega a los veinte años de edad, convalece en terapia intensiva en un hospital después de ser operada de urgencia. Un tumor en el cerebro ha sido el culpable de este tumbo en la vida de mi sobrina, de este golpe seco en la vida de todos los que la queremos y la admiramos.
Los intentos por racionalizar los irracional vienen de todos los frentes. Intentos que empiezan, claro está, por el ámbito religioso, católico, para ser más específico. También intentos que provienen de la trivialización y la desinformación de la filosofía oriental y de la metafìsica. Esta última, una moda clasemediera que se ha convertido en un gran negocio -sólo hay que asomarse a cualquier Sanborn's para ver cuánta basura hay al respecto-. Una moda que ofrece explicaciones estúpidas a problemas médicos muy serios.
La realidad es que no hay explicación posible. Se agradece la preocupación, la solidaridad de los amigos, pero al menos para mí, que he visto crecer a esta joven excepcional que jamás ha hecho daño a nadie, no hay una explicación posible. La vida es terriblemente injusta. Los peores, los más cínicos, engordan como cerdos hasta reventar. Los mejores, los más jóvenes y comprometidos tienen que ir a cirugía durante ocho horas para tener una segunda oportunidad en la vida. Llorar y maldecir ayudan un poco a liberar la frustración y la rabia, pero no ayudan a encontrar una explicación a todo esto. Debe ser porque no la hay.

miércoles, 8 de julio de 2009

Libros que me han hecho llorar

No me considero de lágrima fácil. Fui educado en la escuela tradicional en donde los hombres no lloran, al menos en público. Pero los años también tienen su efecto en esta suerte de defensas. La tristeza es un oleaje constante que termina por erosionar la piedra más dura. La madurez es otra parte de la ecuación. Casi todo lo que a los veinte años es una comedia, a los cincuenta es una tragedia. La solemnidad le gana terreno a la idiotez. Estoy seguro que con el paso de los años me será más fácil llorar. El pudor y el orgullo cederán ante el peso de los años.
Probablemente mi caso es el común denominador, pero me doy cuenta que el cine me ha hecho llorar más que la literatura. Supongo que las imágenes y el sonido, una música apropiada, pueden crear más fácilmente el contexto para una lágrima. Aun así puedo contar con los dedos de una mano las películas que me han conmovido al grado de merecer una lágrima. No me sobran dedos, pero los dedos de una sola mano.
Pero el caso de los libros resulta algo misterioso para mí. He leído historias desgarradoras. Novelas, cuentos o poemas que se pueden clasificar de deprimentes. ¿Algunos ejemplos de libros "bajones" como dice mi amigo uruguayo "el manino"? "Opiniones de un payaso" de Böll, "Nueve cuentos sin final feliz" de Chéjov, "La vida breve" de Onetti, algunos pasajes de "Noticias del imperio" de Fernando del Paso, también algunos pasajes de "Los detectives salvajes" de Bolaño. Y tantos otros que bien podrían haberme arrebatado una lágrima. Pero no es común que un texto me haga llorar.
De hecho, en el título de este texto (post), sólo usé el plural de la palabra "libro" para otorgar el beneficio de la duda, porque el único libro que conscientemente recuerdo que me hizo llorar ha sido "El evangelio según Jesucristo" de Saramago. Quizá fue el cruce, el encuentro -¿choque?-entre un estado de ánimo muy bajo y la escena en la que el joven Jesús encuentra a su padre crucificado. Quizá no. Quizá la escena tocó algo en mi subconsciente, no lo sé. Lo único que me queda claro de todo esto es que es más fácil leer con los ojos secos.

martes, 7 de julio de 2009

El viejo Borges

Yo, como aquel cronopio, espero llegar a viejo. Por hay formas de llegar. Jorge Luis Borges escribió, ya siendo un viejo, el siguiente poema. Me parece una forma muy digna de llegar. Un viejo que nos demuestra que no ha perdido un ápice de su magia creativa. Un viejo erudito, que tira dentelladas a la posteridad como un hambriento animal salvaje.

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado

viernes, 3 de julio de 2009

Espejo

El aforismo afirma que un espejo es el amigo más honesto que puedes encontrar. Tengo sólo un amigo honesto en mi pequeño departamento -debo decir, el departamento donde vivo, que no tiene nada mío-. Cada mañana, mientras aun no despierto del todo, le miro después de frotarme los ojos e invariablemente me receta su seco y no solicitado saludo: "El tiempo pasa pequeño mortal, ¿qué piensas hacer hoy al respecto?”. La mayor parte del tiempo sólo lo ignoro. Algunos pocos días, cuando impera el buen ánimo, incluso aprecio su ingrata honestidad y le hago una mueca. Pero hay días, esos días, en que quisiera tirarle un puñetazo en pleno rostro. Maldito imbécil.

jueves, 2 de julio de 2009

Vivir y beber

"Los únicos hombres en los puedes confiar vienen embotellados: Jim Beam, Jack Daniels, Johnnie Walker, José Cuervo. El resto se puede ir al infierno."
Jeri Cain Rossi

La revista Nexos ha dedicado el número del mes de mayo al tema de la vida y la bebida. Hay colaboraciones sensacionales sobre el tema. Particularmente, me gustó mucho "Brindis por el ron" de Eliseo Alberto. Es mi deber informale al lector interesado que la revista Nexos en línea, la su página de Internet de la revista, ha dado acceso libre a toda la revista y a números de meses pasados. Desconozco si la medida es temporal, más vale aprovecharla.
Es también muy interesante el artículo "Licor y ansiedad" de Hugo Hiriart. El autor se confiesa alcohólico y hace un diagnóstico interesante de cómo la ansiedad y las fobias llevan a mucha gente al alcohol. Los esfuerzos de las clínicas y grupos para estos enfermos, afirma Hiriart, están mal enfocados, pues no van a la raíz del problema, no detectan, la fobia, la fuente de la ansiedad de la persona enferma, la cual fue la que lo condujo al alcohol. Apenas recuerdo y, por tanto, seguramente recuerdo mal, unas líneas de una película en boca de la protagonista -¿Sandra Bullock?-: "gustarme, lo que se dice gustarme... las malteadas de chocolate. El alcohol no me gusta en lo absoluto, pero me la he pasado borracha los últimos quince años de mi vida".
No me parece que la revista Nexos haya hecho una apología de la bebida. Me parece que logró con denodado esfuerzo, como todo buen borracho, el equilibrio. Están los cantos así como los espantos de las bebidas alcohólicas.
Yo, por mi parte, he llegado a la edad en la que los daños de la bebida sobrepasan a su magia. Solía parrandear tres días seguidos y padecer una resaca de medio día. Hoy, en mis cuarentas, me dedico a beber medio día en alguna fiesta que se prolonga y padezco una resaca de tres días. Aun así, disfruto de vez en cuando del brandy español y todavía me seduce una buena frase como la de Gary Ross: "La realidad es una ilusión temporal que produce la falta de alcohol".