viernes, 15 de mayo de 2009

Marlboro Marine


El hombre de la foto se llama James Blake Miller. El hombre detrás de la cámara se llama Luis Sinco. La foto fue un punto de inflexión en la vida de ambos. Esta foto cambió y unió sus vidas en una forma que jamás imaginaron.
Según describe el propio Sinco, reportero de guerra, la foto la tomó después de un asalto en Falluja, Irak, tras la noche de un feroz combate. Luis Sinco pensó muchas veces que esa noche moriría. En algún momento durante el caos de la batalla, Sinco encontró un pequeño refugio y se quedó ahí por el resto de la batalla. Al amanecer el fuego había terminado, el fotógrafo salió de su escondite y se encontró con el Marine.
Miller, estaba totalmente sordo por la metralla de toda la noche, con la cara cubierta de pintura de combate y de sangre propia y ajena, aun sin saber si la batalla había terminado. Pidió un cigarro a Sinco. Mientras Miller empezaba a fumar su cigarro Sinco le tomó la foto.
Esa misma tarde Luis Sinco envió 11 fotografías al periódico para el que trabajaba, la última de esas fotos era la de Miller con su cigarro. La añadió en el último momento, pensó que sus editores no la encontrarían interesante.
Cuando el fotógrafo le llamó a su esposa al otro día por teléfono satelital para informarle que estaba bien, se enteró que la foto del Marine Miller, su foto, había sido la portada de aquel día en más de 150 periódicos a nivel nacional y estaba en todos los noticieros de la televisión. El fotógrafo no conocía ni el nombre de ese muchacho de 20 años al que acababa de convertir en una celebridad y que al mismo tiempo significó un brinco enorme en su carrera profesional como periodista. La foto de Luis Sinco fue finalista en los premio Pulitzer.
Al más puro estilo norteamericáno, el Marine Miller se convirtió en un héroe temporal, mientras los medios de comunicación pudieron "explotar" su historia. El presidente de su país le envió varios paquetes de cigarrillos y miles de ciudadanos le enviaron cartas y regalos. El Pentágono le ofreció regresar a casa. Era un personaje, politícamente hablando, demasiado valioso para dejarlo morir en batalla. Miller no aceptó regresar. Pensaba que era injusto dejar atrás a sus compañeros de batalla. Pensaba que en realidad él no había hecho nada especial. Nada diferente a sus compañeros.
Su lealtad fue pagada no sólo con más sangre y horror, ya que participó en el asalto a Falluja que causó la muerte de 150 soldados y 450 heridos del lado americano, sino con el completo olvido por parte de los medios de comunicación y del pueblo norteamericano. Todos estaban ya sintonizados en la siguiente historia rentable. Miller ya no era noticia. Era solo uno más de miles de jóvenes, de EUA y de Irak, que morían absurdamente, fruto de una mentira montada por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos de América.
Miller, de vuelta en casa, padece del síndrome post-trauma de la guerra y se ha convertido en un alcohólico. Una persona en la que nadie confía en su propio pueblo natal. Despreciado por la misma sociedad que por unos días lo convirtió en su héroe.
Y el periodista que cubría una historia en Irak, que sólo cumplía con su trabajo, terminó totalmente inmerso en la historia, en la nota que él mismo creó. Luis Sinco tuvo que cruzar esa línea de la objetividad del periodista y, por humanidad, convertirse en el único amigo de Miller. El amigo que intenta rescatar de la batalla los despojos del Marlboro Marine.
Para los interesados en la historia completa pueden ver el siguiente enlace:

Two lives blurred together by a photo


No hay comentarios:

Publicar un comentario