martes, 16 de junio de 2009

Tía Carlota

Tenías ese gen locuaz, que desconozco si a la familia nos viene del lado Morales, o importado desde Locarno, hasta donde fuiste a buscar y, aparentemente, descubriste los orígenes de tu amado papacito Capistrán. Locarno, de donde según tú, obtuvimos ese pequeño porcentaje de sangre europea, “la colita de Capistrani” que, orgullosa, nos atribuías a tus sobrinos y sobrinas.
Quizá ese mismo gen te hizo pintora y pianista, una maestra de más de una generación de poblanos en ambas disciplinas. Alumnos y alumnas llenaron por años las diferentes casas en las que habitaste, donde la sala-comedor siempre estaba convertida en estudio, llena de caballetes y con un viejo piano como protagonista principal.
Manejabas tu auto por las calles de Puebla tal y como manejabas tu vida y tus relaciones interpersonales; de prisa, sin miramientos, directa, sin tacto. Y fuiste el terror de los agentes de tránsito. Como lo fuiste también de alumnos, taxistas, de las novias y los amigos de tus sobrinos y de alguno que otro desconocido que te encontrabas en tu camino. Y sin embargo, quienes de verdad te conocíamos sabíamos que en el fondo de esa dama de hierro estaba “Carlotita”, un ser humano más bueno que el pan, sensible, vulnerable, deseoso del amor de los demás y muy solitario.
Comías con tus "adorables sobrinos” cada lunes, sentada en un pequeño banco metálico, no en una silla, como todos los demás. Nunca entendí ese gesto del banco, el terriblemente incómodo banco, que siempre preferiste para sentarte a comer con nosotros, aun siendo una anciana de más de setenta años. Quizá fue una metáfora de la sencillez y la disciplina con la que siempre viviste.
Navegaste por la vida como un personaje de novela. Todos quienes te conocimos tenemos una anécdota que platicar de algún encuentro con "la tía Carlota". No todas deben ser agradables, pero así eras tú, dejabas una huella en todo aquel que te conocía. En mí dejaste más de una huella. En los atardeceres, justo antes de caer la noche viene a mi mente la frase “todavía hay luz de Dios”, la cual te escuché decir varias veces. Y también te haces presente en mí cada vez que interrogo a uno de mis hijos para conocer el árbol genealógico de algún amigo, cuando le digo a Laura “¿cuáles son los apellidos? los nombres no me sirven”. Quiero saber los linajes, la ascendencia familiar. Me frustra, tal y como a tí te frustraba, no conocer a la familia de las personas que entran a mi vida o la de mi familia.
Con más de ochenta años encima, ese gen locuaz por fin empezó a vencerte. Saludabas al recién llegado en forma seca y preguntabas ¿y tú quién eres? Cuando te mencionábamos nuestro nombre, después de unos segundos, aparecía en tus ojos un relámpago de lucidez y sonreías. Paradójicamente, unos minutos después eras capaz de platicar con lujo de detalle alguna anécdota de tu niñez, allá en Soledad de Doblado, la tierra que algún día te vio partir.
Mis padres cuidaron de ti, como han cuidado de todo el que se deje, hasta el día de tu muerte. El día de tu entierro, la tía Martha Hesperia me observaba insistentemente y casi al finalizar la ingrata faena se me acercó y me dijo: “te estaba observando y me parecía que estaba viendo al abuelo Enrique en persona. Eres idéntico a él”. No recuerdo que contesté, y no sé si la lágrima que derramé era propia, la de tu sobrino, o la de ese otro, tu papá Enrique, quien te daba la bienvenida a tu nuevo estudio.

3 comentarios:

  1. Cuánto hemos comentado acerca de los interrogatorios de la tía Carlota y lo molestos que eran en ocasiones.

    Sin embargo, me he sorprendido mucha veces, al igual que tú, haciendo el mismo interrogatorio a mis hijas acerca de sus amigos y su respetable ascendencia y no me he conformado con sus apellidos. Quiero saber en qué trabajan, en dónde viven, qué estudiaron, etc., etc., etc.

    GAby

    ResponderEliminar
  2. Gracias Pablo: Tenía días de no poder entrar a tu blog, por el trabajo acumulado y me encanto este escrito de la tía Carlota, si en efecto era una persona falta de ternura pero estaba tan llena de vida que por eso se pueden contar de ella tantas anécdotas, ella es mi claro ejemplo junto con mi mamá de como se debe tomar "al toro por los cuernos" gracias por las fotos de los cuadros de Cony están precioso y yo sigo anotando los títulos de los libros que mencionas en tus escritos y que ire leyendo poco a poco, gracias por ello también. Tere Calva

    ResponderEliminar
  3. quisiera preguntarles si tienen algun link, de las obras de la maestra carlotita. o algunas imagenes de ellos.
    Una excelente artista..! gracias.

    ResponderEliminar