domingo, 26 de abril de 2009

Sin respuestas

Hace alrededor de quinientos años, el polaco Nicolás Copérnico determinó que la tierra no era el centro de nada, sino sólo un planeta más girando alredor de una estrella. Galileo Galilei se encargó de comprobar y desarrollar el trabajo de Copérnico y con la iglesia se topó, don Quixote dixit.
En el siglo XIX Charles Darwin armó el rompecabezas de la evolución y determinó que el hombre es sólo un animal. Conociendo a varios "ejemplares" cercanos he llegado a pensar que no hacía falta tanto trabajo para llegar a esa conclusión. Pero Darwin lo hizo metódicamente y con bases científicas y nos clasificó como un primate, el primate más evolucionado, pero primate al fin.
Más recientemente, la genética ha demostrado que compartimos el 99% de nuestro código genético con los chimpancés. Pero no vayamos muy lejos; el ser humano es un tetrápodo pentadáctilo, así que aún con un "simple" geco compartimos un buen porcentaje del código genético. No suena muy halagador pero la mascota de la casa, un pequeño lagarto, es nuestro primo segundo. Desde un punto de vista evolutivo, el ser humano es bastante arcaico; una columna vertebral, clavículas y cuatro extremidades, cada una con cinco dedos. El mismo diseño que tenían desde hace trescientos millones de años las salamandras y algunos otros saurios. Algún tipo de "accidente" hizo que los anfibios perdieran la carrera evolutiva y que otro tipo de vertebrados resultáramos beneficiados.
Apenas en 1929, hace menos de un siglo, Edwin Hubble descubrió que la vía láctea no es más que una entre miles de millones de galaxias. Y demostró también que el universo se expande. El trabajo de Hubble fue el pilar de la teoría del Bing Bang. Es decir, nuestro planeta gira alrededor de una estrella muy pequeña, la cual sólo es una entre miles de millones de estrellas de la vía láctea, la cual no es nada más que una galaxia entre millones de galaxias. Nuestro planeta Tierra está situado "in the middle of nowhere" y no es más que un minúsculo grano de arena en el universo.
Con excepción de algunas precisiones en el campo de la genética y la astronomía, toda esta información ya era disponible a principios del siglo XX. Con el primer golpe propinado por Copérnico, el segundo por Darwin -y quizá el tercero por Freud-, en el siglo pasado cobraron relevancia pensadores como Nietzsche y su frase "Dios ha muerto" y años más tarde, Jean Paul Sartre con su libro "El ser y la nada". No fue difícil el éxito del existencialismo en el siglo XX teniendo a la mano los descubrimientos en el campo de la astronomía y los avances de la biología evolutiva. Sin embargo, hoy día algunos de los físicos teóricos y astrónomos más renombrados se dicen creyentes. Algunas de las personas más brillantes del planeta, aquellas que se encargan de ir uniendo el rompecabezas del universo, creen en un ser superior. Por supuesto, también hay otros muchos científicos brillantes que no son creyentes, pero para mí, y quizá sólo para mí, lo llamativo del caso es que entre quienes hoy día se encargan de desarrollar el trabajo científico de vanguardia en el planeta existan creyentes.
Todo este rollo fue en realidad para poder preguntar a gusto: ¿Podemos afirmar o negar que la vida tiene sentido hoy día?, ¿podemos hablar y escribir del sentido o el sinsentido de la vida del ser humano si no conocemos el rompecabezas completo? Es decir, filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles desarrollaron todo un sistema de pensamiento con información muy limitada. la información científica disponible en aquel entonces era casi nula. Nietzche y Sartré disponían de mucha más información científica que los filósofos griegos y su trabajo es resultado de ese nuevo contexto histórico. Su trabajo no coincide en casi nada con el trabajo de Platón, por ejemplo. Ahora bien ¿qué pensará un filósofo sobre el sentido de la vida en dos mil años en el futuro?, ¿tendrá su trabajo líneas en común con Aristóteles, con Nietzsche o Sartré? Lo dudo mucho, pero no lo sabremos. No el día de hoy. Al final, tal y como lo afirma Jostein Gaarder, seguimos siendo incapaces de entender lo que somos. El gran enigma sin resolver.

3 comentarios:

  1. Muy bueno, me parece digno de publicacion mas amplia...

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  2. Anónimo del 28 de abril. Gracias por tu comentario. Estoy buscando un editor competente.
    Saludos,

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  3. Pascal afirmó algo así alguna vez "el hombre es un microbio, pero un microbio pensante"
    Saludos

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