martes, 10 de marzo de 2009

De vocaciones y equivocaciones

“I’d rather be a failure at something I love than a success at something I hate”.
George Burns

Hacia finales del segundo año de preparatoria, el Dr. Ortíz Dietz aplicaba a todos los alumnos una serie de pruebas psicológicas para determinar su posible vocación. Con la interpretación de los resultados, que el Dr. Ortíz daba a cada uno en forma personalizada, los alumnos se encaminaban a una de las tres o cuatro áreas que en aquel entonces había para tercero de preparatoria.
Recuerdo bien la mañana en que el Dr Ortíz, el día de mi cita para la lectura de resultados, me dijo tajante al entrar a su oficina, con una actitud casi marcial que nos infundía un poco de miedo a todos, “López Calva, necesito que vuelva a hacer las pruebas, sus resultados no me sirven para nada”. Joder, pensé yo, casi tres horas de estar rellenando bolitas a lápiz que “no sirvieron para nada”. Pero no había derecho de pataleo, el dictamen estaba dado por el experto.
Volví a hacer las pruebas psicológicas, de las cuales no recuerdo sus nombres técnicos, sólo el fastidio que me inflingían al contestarlas. Unos días después, la segunda cita con el Dr. Ortíz trajo para mí una nueva sorpresa. Esta vez, Ortiz Dietz se veía contrariado, lo cual no anticipaba nada bueno. Con una cara de confusión me dijo “nunca había visto unos resultados como los suyos. Si le pedí que los volviera a hacer fue para confirmar que no había ningún error”. Me sentí como debe sentirse un paciente ante un médico que está a punto de decirle que tiene cáncer. Y continuó “usted es un bohemio, no le veo una vocación clara, usted puede terminar como director de orquesta, poeta incomprendido o como un alcohólico tirado en una banqueta”.
Mi cara debe haber sido una excelente oportunidad para el fotógrafo en busca de la imagen perfecta de la estupefacción del ser humano. El diagnóstico no era cáncer, pero era sombrío e inesperado. Ortíz Dietz debe haberse apiadado de mí al verme la cara y agregó “usted debe enfocarse el área de humanidades, quizá historia del arte o música”. ¡Director de orquesta, historia del arte, bohemio, alcohólico de banqueta! ¿De qué carajo me estaba hablando? Salí de su oficina arratrando los pies tras aquel diagnóstico.
Apenas años atrás me había imaginado como un veterinario. Algunas vacaciones de verano las había pasado al lado del tío Salvador, héroe personal de mi infancia, operando perros y gatos. No tenía problema en ver las entrañas de un animal, ni los borbotones de sangre. El tío Salvador me explicaba lo que estaba haciendo durante las operaciones y al final me dejaba ayudar a suturar las heridas.
En clases de biología siempre me sentí como pez en el agua. El profesor de Biología de segundo de preparatoria, el profesor Tejeda, fuera del programa de estudios y a petición mía, me había explicado más a detalle el ciclo de Krebs, quería comprender más a fondo la química celular. Tejeda me había sugerido una carrera en el área de la bioquímica.
Con estos antecedentes, no hice mucho caso del extraño dictamen del Dr. Ortíz, pero en la transición de la preparatoria a la universidad algo salió muy mal. Para la carrera de veterinaria en Puebla simplemente no había opciones “decentes”, académicamente hablando. Otra opción era la UNAM, pero ahí no aceptaban “foráneos” en dicha carrera, ya que estaba saturada. La opción fue hacer el examen en el estadio Azteca para QFB (Químico Fármaco Biólogo). Pasé el examen pero no me admitían en CU sino en el campus Acatlán. No era exactamente la carrera que quería y definitivamente, no era el lugar en donde quería estudiar. Dejé pasar esa opción y perdí un semestre académico.
Este tropiezo me llevó al lugar equivocado. Una actitud juvenil de apatía y “valemadrismo” me invadió y me llevó a elegir una carrera que no era para mí. La inercia me hizo terminarla, sin estusiasmo alguno.
Es un ejercicio difícil, pero lo reconozco. De un tiempo a la fecha me torturo al pensar que erré mi vocación. Un yerro derivado de falta una actitud correcta. Consecuencia de no poner las ganas suficientes para investigar a fondo cuáles eran todas las opciones de carreras en el área de la Biología, Ciencias de la Salud, Bioquímica. Por no indagar cuáles eran las universidades, las ciudades a las que podría moverme. La sensación es que dentro de mí vive un fallido científico de las áreas biológicas. Alguien que se quedó en bosquejo, eclipsado por mi juvenil irresponsabilidad.
En cuanto a las artes, que también sugería el Dr. Ortíz, soy simplemente un diletante. Me gusta mucho la música pero no creo llegar a la categoría de melómano y nunca aprendí a tocar decentemente un instrumento musical. La pintura es un arte que disfruto cuando veo cuadros de grandes artístas, pero debo reconocer que es un arte que no se apreciar. Eso sí, me deleita la lectura de los buenos libros y recientemente he perdido el pudor para ser capaz de publicar lo que escribo. Pero no dispongo del tiempo suficiente para lo primero ni del talento mínimo para lo segundo.
Me consuela pensar que nunca es tarde para reencontrarme con mi verdadera vocación. Si aquel dictamen de hace venticinco años era correcto, y si le pongo el empeño y la dedicación suficiente, todavía puedo terminar mi vida borracho, tirado en una banqueta.

4 comentarios:

  1. Amigo querido;
    Me enternece tu franqueza y capacidad de compartir este sentimiento. Te quiero retroalimentar con una pequeña frase de gran contenido. "Eres una persona extraordinaria, posees capacidades,aptitudes y actitudes sobresalientes y eso te pone en una encrucijada que no vas a poder resolver nunca, no sientas frustración o nostalgia, en cualquier carrera o área de interés, tengo la certeza que te hubieras destacado como lo has hecho siempre".
    Te quiero Pablito, me adorna y enorgullece contar con tu amistad. Eres un 10. Gracias por compartir.
    Virtudes Fernández Arras. virtudes_fa@hotmail.com

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  2. Esa "orientacion vocacional" del oriente era una absoluta basura. pero eso no es lo peor: Lo siguen haciendo! Que impunidad...

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  3. Hola Pablo. Hoy tuve un encuentro con tu Blog, después de que Elisa me platicó de él. Salté de aquí para allá leyendo algunos de tus artículos y éste capturó mi atención más que los demás. Y es que la verdad no me acuerdo del resultado exacto de las pruebas que hice, aunque seguro fue algo de Ingeniería. Pero eso no es importante. Lo que sí, es que lograste traerme un grato recuerdo y poner una sonrisa en mi rostro.
    Un abrazo desde Philadelphia.
    Tavo Ibarra

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  4. Tavo,
    Gracias por tu comentario. Espero que de sigas "dando una vuelta" por aquí de vez en cuando.
    Un abrazo

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