viernes, 23 de julio de 2010

El arte de la resurrección

Novelas como El arte de la resurrección de Hernán Rivera Letelier, le sientan bien a mi imaginaria maltrecha salud. Personajes como el Cristo de Elqui, quien igual nos roba una lágrima que una carcajada, o como Magalena (sin "d"), la puta devota de la Virgen del Carmen, me sientan mejor que un té de Valeriana o un jarabe de ajolote. Me resulta más efectivo que cualquier remedio milagroso, de esos que no cesan de anunciar en la televisión, personajes como don Anónimo, quien con escoba y pala en mano barre todo el día el desierto con su silbidito de loco. Incluso, me alivia y reconforta el personaje de Sinforosa, la gallina que sólo pone huevos de doble yema, única e improbable beneficiaria del solitario milagro de este polvoriento Cristo que apesta "a orines de zorrillo". Con novelas como ésta es posible sobrevivir entre el remedio agotado y la próxima cita al médico. Probablemente un milagro más del Cristo de Elqui.

1 comentario:

  1. Estoy leyendo esta novela justo ahora: Es realmente excelente: tierna, llena de humor e ironía, patética, conmovedora al mismo tiempo...excelente recomendación literaria...

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