jueves, 12 de febrero de 2009

Entre Carlos te veas


Hoy, 12 de febrero, se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Darwin. Aprendí lo básico de la teoría de la evolución en secundaria. Maestro en casi todo, el gran Carlos Castro, tocayo de Darwin y también hombre barbado, nos preguntaba a los casi 50 candidatos a delincuente que tenía enfrente “¿quién ha tenido problemas con las muelas del juicio?”. Varios levantaban la mano y enseguida “el maestro Castro”, como todo le llamábamos, nos explicaba que las muelas del juicio eran muy buenos ejemplos de cómo trabajaba la evolución de las especies.
Nos decía que hace miles de años fuimos primates con dietas mucho más duras que nuestra actual dieta. Hojas de árboles y frutos, entre otras, eran la dieta de nuestros antepasados, que tenían una quijada más larga. La quijada más larga era, precisamente, para dar cabida a más molares. Con el tiempo, la dieta fue cambiando, la quijada recortándose y las molares desapareciendo. Pero a muchos de nosotros nos sigue saliendo una tercera molar, la llamada muela del juicio, la cual ya no necesitamos y ya no cabe en nuestra quijada. Por ello, normalmente, salen desviadas y con frecuencia hay que extraerlas con cirugía.
Si preguntamos entre nuestros conocidos, probablemente encontremos a alguien que no tiene muelas del juicio. Dentro de muchos años, no sé cuántos, la mayoría de la gente va a nacer sin las molestas muelas del juicio, porque lo que no se usa, eventualmente, desaparece.
También nos explicaba que el cóxis, la parte baja de la columna vertebral, era otro buen ejemplo. Hay quienes tienen cinco vértebras en el cóxis, hay quienes tienen cuatro y, en mucho menor cantidad, también hay gente con sólo tres vértebras. El cóxis, nos decía Carlos Castro, “es el vestigio de lo que alguna vez fue una cola”. Y esa cola sirvió para asirse de los árboles. Una cola que está borrándose con el paso del tiempo.
La teoría de la evolución necesita de mucho espacio, de millones de años para ser científicamente posible, sin embargo, cupo en mi mente y en la de la mayoría de mis compañeros de clase. Pero, hay mucha gente que no tuvo la fortuna de tener a Carlos Castro como profesor, Quizá eso, quizá sólo es que tienen un cerebro muy pequeño, pero el caso es que en estas personas sólo caben 5 mil años de historia. Se dicen “creacionistas” y creen que la Biblia se tiene que leer y entender literalmente. Los creacionistas también van al dentista a que les saquen las muelas del juicio, pero no entienden de dónde viene esa falla en el diseño divino. Está bien, no tuvieron a la mano a Carlos Castro y su don para educar, pero tienen los libros de su tocayo, ¿por qué no empiezan a leer a Charles Darwin?
¡Gracias Carlos Castro!
¡Feliz cumpleaños Charles Darwin!

No hay comentarios:

Publicar un comentario