El teórico de la comunicación Marshall McLuhan dijo alguna vez que el medio es el mensaje. En las décadas de los años setenta y ochenta, sin televisión de paga en México, con sólo 4 o 5 canales de señal aérea, el canal 2 de Televisa era el mensaje. Y en lo que toca a la información, el noticiero "24 horas", con Jacobo Zabludovsky era El Mensaje. Nada sucedía en México si no era visto en "24 horas". Nada era noticia, nada era cierto en México si no estaba en "24 horas". Zabludovsky era el mensaje. Jacobo ha sido el periodista más poderoso en la historia de México, así de simple.
En días recientes, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal le otorgó la medalla al Mérito Ciudadano a Zabludovsky. Para mí resulta evidente que Jacobo añora los tiempos en donde todo estaba controlado en este país. Le leo cada lunes en El Universal, es evidente su nostalgia. Enemigo de todo lo que tenga olor a pan, amigo de viejos priístas que ahora militan en el partido que le otorgó la medalla, Jacobo sigue siendo un periodista exitoso. No comulgo con sus ideales políticos pero es un hombre culto a quien es muy divertido escuchar y leer.
Ayer vi en la t.v. una entrevista con Jacobo. Le pidieron que contara una anécdota de su larga carrera como periodista. Dijo no recordar nada en especial pero platicó la siguiente anécdota. De camino a su trabajo, en su auto, en la Zona Rosa de la ciudad de México se le acerca una vendedora de billetes de lotería y le pregunta "¿Usted es Jacobo Zabludovsky?" y él le contesta "si, soy yo". La vendedora sonríe ampliamente y dice "¡con razón se parece tanto!".
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