Ronald Simkin es un joven de 15 años que vive en el seno de
una familia judía. Su madre ha decido que Ronald debe ser un concertista de
piano. Tiene el talento para ello. A Ronald nunca se le ve en los patios de
juego ya que pasa horas sentado al piano después de la escuela bajo la estricta
mirada de su madre. Los fines de semana tiene un poco más de horas de descanso
pero el ensayo al piano es cosa de todos los días.
Un día la señora Simkin llega a casa y encuentra a Ronald
ahorcado en la regadera del baño. Cuelga muerto con su cara de niño el talentoso
Ronald. Hay una nota -sostenida con un alfiler- en la camisa impecablemente
planchada del joven. Es la nota del suicida.
Llamó la señora Blumenthal. Que por favor lleves las reglas del dominó
chino a la reunión de hoy en la noche. Ronald
Hasta en su último y desesperado acto Ronald se ha
comportado como el buen hijo judío de mamá. Alguien al que no se le puede hacer
un solo reproche.
Esta escena está sacado de libro “El lamento de Portnoy” de Phillip
Roth. El autor creció en una familia judía y en un barrio de mayoría judía de
New Jersey. Sus novelas describen ese mundo al interior de estas familias que
intentan integrarse a la vida en Norteamérica. Develar ese entorno con una
mirada crítica le valió el desprecio de una parte de su comunidad, cartas encendidas
de parte de destacados Rabinos y la etiqueta de “anti semita”. Cuando se le
pregunta al propio autor si es realmente anti semita suelta una sonora
carcajada.
A pesar de las críticas, Roth continuó escribiendo y posee
una de las obras más prolíficas de su generación. Ha ganado casi todos los
premios literarios importantes. Cada año se le menciona como uno de los
favoritos para ganar el Premio Nobel pero quizá Roth quede del lado de Joyce,
Kafka, Proust, Borges y otros grandes de la literatura que pasaron inadvertidos
por la academia sueca. “El lamento de Portnoy” fue publicado en 1969 y
representó el primer éxito literario de Roth. Años más tarde, el escritor
crearía a su alter ego, Nathan Zuckerman, personaje central de varias de sus
novelas posteriores.
La buena literatura debe ser más profunda, más oscura y más
grande que la vida misma. Roth ha dicho que cuando él decidió ser escritor
sabía que ya no podría ser el hijo de alguien, el sobrino de alguien, el padre
de alguien sino que simplemente sería un escritor. Roth nunca tuvo hijos, como
no los tuvo Kafka o como no los han tenido grandes escritores en la historia de
la literatura. Hijos sin hijos. En una entrevista Roth afirma que no está
interesado en el libro escrito por un buen hijo pero podría estar muy
interesado por un libro que trata sobre un buen hijo. Un buen hijo como Ronald
Simkin.